La interpretación:
En este mito el ser humano se identifica con los prisioneros. Las sombras de los hombres y de las cosas que se proyectan son las apariencias, es decir, lo que captamos a través de los sentidos y pensamos que es real, el mundo sensible. Las cosas naturales, el mundo que está afuera de la caverna y que los prisioneros no ven sería el mundo de las ideas, en el cual la máxima idea, la idea del Bien está representada por el Sol. Uno de los prisioneros logra liberarse de sus ataduras y consigue salir de la caverna conociendo así el mundo real. Es este prisionero, ya liberado, el que deberá guiar al resto hacia el mundo real, es el símbolo del filósofo. Solo aquellos capaces de superar el dolor que supondría liberarse de las cadena y volver a mover sus atrofiados músculos podrán contemplar el mundo de las ideas con sus inutilizados ojos.
Los símbolos:
Platón distingue explícitamente 3 dimensiones: la antropológica, la ontológica y epistemológica, y la moral y política.
El cuerpo humano es el carruaje; el yo, el hombre que lo conduce; el pensamiento son las riendas, y los sentimientos, los caballos.
En este mito el ser humano se identifica con los prisioneros. Las sombras de los hombres y de las cosas que se proyectan son las apariencias, es decir, lo que captamos a través de los sentidos y pensamos que es real, el mundo sensible. Las cosas naturales, el mundo que está afuera de la caverna y que los prisioneros no ven sería el mundo de las ideas, en el cual la máxima idea, la idea del Bien está representada por el Sol. Uno de los prisioneros logra liberarse de sus ataduras y consigue salir de la caverna conociendo así el mundo real. Es este prisionero, ya liberado, el que deberá guiar al resto hacia el mundo real, es el símbolo del filósofo. Solo aquellos capaces de superar el dolor que supondría liberarse de las cadena y volver a mover sus atrofiados músculos podrán contemplar el mundo de las ideas con sus inutilizados ojos.
Los símbolos:
Platón distingue explícitamente 3 dimensiones: la antropológica, la ontológica y epistemológica, y la moral y política.
- Dimensión antropológica: Los prisioneros, representan al hombre en la medida en que vive inserto en el mundo sensible y sus valores. El conocimiento de si mismos como sombras hace referencia a la identificación de la realidad humana con el cuerpo. La liberación del prisionero es el descubrimiento de un mundo verdadero, el mundo de las ideas. Cuando el cautivo pierde las cadenas, reconoce los objetos en la caverna, sube al mundo exterior reconociendo sus objetos, el filósofo libera moral e intelectualmente su alma de las limitaciones y ataduras del cuerpo y del mundo sensible y asciende al mundo de las ideas, esto es la práctica de la dialéctica o filosofía. Cuando se conocen a si mismos en el mundo exterior tras el ejercicio de la filosofía comienzan a identificar la realidad humana con el alma.
- Dimensión ontológica y epistemológica: En el mundo subterráneo las sombras proyectadas son el reflejo de los objetos del mundo exterior. Así los objetos reflejados se corresponderían con los objetos del exterior y la luz del fuego con el Sol. En el exterior los objetos reflejados en el agua serían las ideas matemáticas, los objetos en sí corresponderían a las ideas superiores y el Sol sería la idea del Bien. Cuando el esclavo sube, asciende en el mundo inteligible se traduce a la ascensión del ser.
- Dimensión moral y política: Platón siente la necesidad de liberar al prisionero, por eso utiliza con frecuencia expresiones del tipo "si le forzáramos" o "si a la fuerza se le arrastrara". Esto, en la vida real, aventura que el destino del hombre no es el mundo físico sino el mundo absoluto y divino de las ideas por lo que es necesaria la dialéctica o filosofía para el cumplimiento de dicho destino. El esclavo baja de nuevo a la caverna. Esto demuestra que el filósofo no puede limitarse a la mera contemplación de las ideas, tiene la obligación moral de ayudar a la liberación de las demás personas. Cuando asesinan al esclavo que escapó, Platón demuestra el proceso y muerte de Sócrates y de todos aquellos que insisten en mostrar la verdad a los hombres. El papel que tiene el Sol en la vida, realidad y gobierno, es el que tiene la idea del Bien como el principio que crea, da inteligibilidad a la realidad e ilumina la vida moral y política.
El cuerpo humano es el carruaje; el yo, el hombre que lo conduce; el pensamiento son las riendas, y los sentimientos, los caballos.