jueves, 25 de febrero de 2016

Cultura Material desde la antigüedad tardía a la época industrial (IV)


Identifique las producciones cerámicas que se muestran en las cuatro figuras y realice un comentario sobre su forma, técnica de realización, funcionalidad y cronología.


Figura 1:

La cerámica de esta figura es una jarrita carenada mudéjar de pie de copa. Fue encontrada junto a otras cerámicas en una excavación arqueológica practicada por Enrique Arnau en la conocida como Casa del Tinte de Benavente (Zamora) entre los años 1996 y 1997. Concretamente se las cerámicas se hallaron en un pozo negro totalmente colmatado junto a otros restos sólidos como monedas. La jarrita se trata de una forma cerámica carente de revestimiento que ha sido identificada en distintas zonas de la meseta septentrional como León, Valladolid, Astorga o Benavente. La uniformidad de esta producción no se reduce únicamente a la forma, sino también a la capacidad identificándose tres medidas de capacidad concretas. Los especialistas piensan que estas jarritas han sido realizadas por comunidades mudéjares residentes en estos centros y su difusión muestra cómo se han ampliado las redes de distribución comercial de las cerámicas que superan el ámbito estrictamente comarcal del periodo anterior.
Atendiendo a distintos indicadores como la presencia de una moneda de Enrique III (1390-1406) o la construcción encima de los niveles donde se hallaron las cerámicas de la iglesia del Santo Sepulcro (citada ya en el año 1434), podríamos afirmar que nos encontramos ante unas cerámicas que, al menos, ya se fabricaban y comercializaban en los años precedentes al siglo XV y que posiblemente lo siguieran haciendo a lo largo de esa centuria, por lo que sabemos de la evolución de estas jarritas carenadas en los otros lugares donde se ha atestiguado su presencia.
Desde el punto de vista técnico la cerámica está fabricada mediante torno rápido que proporciona perfiles uniformes y superficies homogéneas. Como en siglos anteriores se sigue empleando una matriz arcillosa decantada con los mismos desengrasantes de reducido tamaño. La temperatura alcanzada en los hornos de cocción se mueve entre los 1100 y 1200ºC, similar a la utilizada en la cerámica plenomedieval.
Funcionalmente estas jarritas podrían haber servido como vajilla de mesa: la pieza con asidero (propiamente, jarrita) para escanciar líquidos y la carente de él (la figura comentada), como vaso para beber. Pero también, y dada su fabricación en tres tamaños siempre de idénticos volúmenes, se podría pensar en otra función específica, tal vez que se trataran de medidas, pues no parece casual que los tipos documentados coincidan en dimensiones y capacidad: 300 ml, 200 ml, 100 ml. La idea es sugerente y más cuando sabemos que las ordenanzas municipales contemplaban desde antiguo la reglamentación de la venta pública de determinados productos mediante la regulación de sus instrumentos (pesos, medidas, etc.).


Figura 2:


La cerámica de esta figura es un candil de piquera. De forma descriptiva el candil tiene una cazoleta lenticular acanalada, un pie indicado, esbelto gollete acampanado con el borde marcadamente exvasado, una potente asa circular facturada que surge junto a la línea de inflexión de la cazoleta para terminar enrollándose junto al gollete, y una piquera larga, de perfil ahusado abierto (parcialmente fracturada) situada a la misma altura que la cazoleta.  Con un pequeño parapeto triangular de borde dentado, en el inicio. 
Es una cerámica de pasta rojiza, con textura fina y compacta. Las paredes son finas, con las superficies de color rojizo-parduzco, bien alisadas y decorados en verde mediante “técnica de verdugones”.  Tiene una altura de 7,80 cm, una anchura de 7,60 cm y un grosor de 0,80 cm. 
En cuanto a su técnica, la cazoleta del candil y el gollete se realizaron con torno rápido y el asa y la piquera de forma manual. La arcilla experimentó una cocción múltiple oxidante. 
Funcionalmente esta cerámica tenía un uso doméstico y servía para el alumbrado mediante la combustión de una mecha impregnada en líquido oleoso.
Su contexto cultural es el reino de Taifas y época Almorávide con una cronología aproximada del año 1091 al 1147. Esta piquera se halló en la alcazaba de Almería pero se desconoce su procedencia original. Actualmente se encuentra en la sección de arqueología del museo de Almería.


Figura 3:

La cerámica de esta figura es una jarra con decoración de cuerda seca parcial. La denominada cuerda seca es una producción cerámica altamente especializada que se documenta a partir de la fase final del periodo califal, pero que se generalizará solamente en el siglo XI. El término hace referencia a una técnica decorativa policroma en la que el cuerpo cerámico se divide en campos decorativos separados por materiales grasientos y a veces, óxido de manganeso para posteriormente rellenarlos mediante esmaltes y vidriados que se fijaban en una segunda cocción. En esta nueva cocción los materiales grasientos se fundían impidiendo que se mezclasen las decoraciones dejando a la vista la superficie del cuerpo cerámico, mientras que si se empleaba el manganeso, los dibujos y trazados están claramente delimitados por este componente. El material usado es pasta arcillosa engobada. Sus dimensiones son de 11 cm de altura y 15,5 cm de diámetro.
Describiendo la cerámica a la jarra le falta el cuello y tiene fragmentadas las asas. Posee una base con pie anular y un cuerpo globular. Sobre la panza se desarrolla una decoración geométrica en cuerda seca parcial, en la que los motivos contorneados de marrón un vidriado de estaño blanco muy alterado en la actualidad: una banda larga, entrecortada por las asas, rematada por dos filetes (solo el superior está coloreado) decorada con un registro central rodeado de orlas blancas y con motivos alargados del mismo color. Los espacios sin vidriado contienen una decoración de puntos marrones.
Esta jarra se ha encontrado en los niveles de ocupación del hábitat urbano de Sétif, en Argelia. Se conserva en el Museo Nacional de Arqueología de dicha ciudad. Se cree que el lugar de producción es el sudeste de al-Andalus en el siglo XII. Este tipo de producción alcanzó una importante difusión comercial en el Mediterráneo occidental como el Magreb.


Figura 4:

La cerámica de esta figura es un ataifor tipo A.25 localizado en los niveles almohades del castillo de Alarcos (Ciudad Real), en la submeseta sur de la península Ibérica. A la  forma A se adscriben piezas abiertas como ataifores, zafas, escudillas, platos, fuentes, etc.  
Esta pieza cerámica se puede situar cronológicamente de forma muy precisa. La horquilla temporal va del año 1195, año de la batalla de Alarcos, al 1212, fecha de la batalla de las Navas de Tolosa. El plato hondo está decorado con una combinación vidriada policroma en blanco/verde y negro, es decir, presenta un sistema decorativo “verde-manganeso”. El diámetro del borde es de 38 cm y el de la base de 12,70 cm con una altura de 15,20 cm. En su elaboración se ha utilizado arcilla local y la pasta es rosada con intrusiones finas de cuarzo y mica. Muestra en su base un anillo de solero no vidriado de sección diagonal. El barniz vítreo se extiende por ambas superficies, melado al exterior con derrame blanco del interior y blanco/verde y negro al interior. A diferencia de las piezas omeyas, donde los colores son muy vivos y brillantes, este ataifor almohade presenta una coloración bastante apagada.
La pieza se confeccionó con la técnica de torno rápido que es característica de la cerámica islámica desde la época califal. La cerámica experimentó una doble cocción.
Esta pieza de gran tamaño se ha conservado completa y destaca por su gran contenido simbólico. Está claro que se quiere reflejar la sumisión de los creyentes a Dios ya que éste se manifiesta mediante la representación en el centro de Su brazo y de la palma de Su mano derecha con un anillo en el dedo meñique, que son los símbolos, respectivamente, “del socorro acordado y de la protección y de la misericordia y de la bendición divina”. El anillo en el dedo meñique hace alusión al juramento de fidelidad que une a los creyentes musulmanes con su Dios. A ambos lados del antebrazo y mirando a la palma de la mano se disponen lo que podrían ser dos palomas, trazadas muy sintéticamente, una de ellas apenas visible, que simbolizarían el fervor de los creyentes hacia Dios.
Funcionalmente el ataifor debía de ser un plato hondo para servir viandas aunque se cree que de forma secundaria podría haber tenido un uso decorativo o de amuleto ya que se ha hallado una serie de incisiones en el anillo de solero. Esto indica que el objeto pudo haber estado colgado en la pared.

miércoles, 24 de febrero de 2016

Cultura Material desde la antigüedad tardía a la época industrial (III)


A. VIGIL-ESCALERA, 2011: “Formas de poblamiento rural en torno al 711: documentación arqueológica del centro peninsular”, en 711. Arqueología e Historia entre dos mundos, Zona Arqueológica 15, vol. II, 187-201.

Preguntas:

- Exponga cuál es el objetivo del estudio realizado.
El objetivo principal del estudio es analizar los cambios acaecidos en las formas de poblamiento rural del centro peninsular, concretamente en el distrito toledano entre el periodo visigodo y el emirato cordobés en torno al 711 d.C.

- Sintetice los problemas que expone A. Vigil sobre la definición cronológica para el estudio del poblamiento rural del período analizado.
El autor subraya las dificultades con las que se enfrenta el análisis cronológico al tratar contextos rurales del interior peninsular. En concreto los principales obstáculos son los siguientes:
  • Ausencia de materiales de importación. La cerámica de importación actúa como fósil director en los yacimientos, tanto costeros como interiores. Sin embargo el tráfico comercial interior es muy escaso por lo que es difícil definir un estrato a partir de la cerámica importada.
  • Moneda. A día de hoy (por lo menos a fecha de publicación del artículo) no se ha encontrado moneda fraccionaria en ningún yacimiento rural en territorio toledano tras el colapso del sistema político imperial. La moneda reaparece tardíamente, coincidiendo prácticamente con la conquista musulmana de la península.
  • Determinaciones radiocarbónicas. Las dataciones absolutas por carbono 14 de muestras óseas pueden llegar a ofrecer una precisión próxima al medio siglo de margen  una vez superado el segundo tercio del siglo VII y el desarrollo particular de la curva de calibración provocan un solapamiento en las muestras. Solamente lotes amplios de muestras proporcionan cierta seguridad a una escala de resolución temporal aproximada de un siglo (VIGIL-ESCALERA 2009b). La termoluminiscencia también presenta los mismos problemas dada su escasa resolución.
  • Relaciones estratigráficas verticales. La dinámica de ocupación rural implica leves desplazamientos del área residencial por lo que es poco probable la generación de relaciones entre las distintas secuencias verticales del estrato. Se ha avanzado mucho en el estudio de los contextos cerámicos con lo que se ha podido establecer una secuencia de las cerámicas comunes regionales aunque sigue faltando cierta resolución.

- Indique cuales son según A. Vigil, las características que definen el poblamiento rural en la campiña toledana durante el periodo analizado, ejemplificando en cada caso con los yacimientos objeto de estudio.

Características del yacimiento Hernán Páez (Toledo):
  • Los muros tienen una anchura notable (entre 65 y 70 cm) lo cual puede significar que algunas construcciones contasen con una planta superior.
  • El complejo se abandonó de forma tranquila o premeditada.
  • Desarrollo de actividades productivas como la producción de vino o aceite.
  • La presencia de elementos de decoración arquitectónica podría atestiguar la ubicación cercana de alguna construcción monumental.

Características del yacimiento Azután-Cantera (Azután, Toledo):
  • Existencia de cuatro estructuras de almacenamiento (silos) en el propio yacimiento y otras tres más a una distancia de casi un kilómetro además de una sepultura de inhumación.
  • Distintos tipos de materiales cerámicos de tradición visigoda y de tipología emiral.

- ¿Cuál es la explicación que se viene dando al parcial despoblamiento del medio rural toledano en el período analizado?
La aparición de nuevos polos de atracción demográfica como los centros fortificados o en altura o el desarrollo de grandes arrabales urbanos pudo provocar la transformación de la tupida red de asentamientos estables en una trama mucho más discontinua a partir del siglo VIII. Estos polos de atracción presentan tres tipologías concretas, a saber, pequeñas fortalezas, enclaves fortificados con vocación urbana y la ciudad.

- Desarrolle con argumentos arqueológicos una conclusión sobre los dos artículos propuestos.
Los dos artículos tratan de explicar la formación de asentamientos rural altomedievales desde su origen hasta su desaparición en el centro peninsular (zonas de Madrid y Toledo) en el periodo cronológico que va de la época bajoimperial (siglos IV-V) a la alta edad media (siglos VII-VIII). Concretamente establece una horquilla temporal desde el colapso del sistema político imperial romano en occidente hasta la invasión islámica. 
Una conclusión de los dos trabajos del autor es que existen evidencias arqueológicas que confirman un cambio sustancial en el poblamiento rural durante el periodo tratado, en un lapso cronológico que va del final de la época bajoimperial hasta el inicio del emirato dependiente de Córdoba. Los estudios confirman tres estados diferentes en cuanto al poblamiento rural entendiéndose éste como aldeas, granjas y caseríos. Previo al colapso imperial existía un mosaico de grandes propiedades aristocráticas, las villae. La cultura material no ha permitido atisbar significativos poblamientos rurales en el imperio. Con la desintegración del imperio asistimos a unos cambios en el paisaje rural. En efecto en la época visigoda se extienden las aldeas, ya sean como una metamorfosis en cuanto a funcionalidad y morfología de las antiguas villae o como nuevos asentamientos fundados ex novo. En este periodo asistimos a un cierto equilibrio con una consolidación de una densa red de establecimientos campesinos estables que se volverá a alterar con la invasión islámica del 711 d.C. Efectivamente a mediados del siglo VIII se produce una nueva ruptura en el poblamiento rural con un progresivo abandono de las aldeas. Todo esto se constata con el estudio de las distintas secuencias de ocupación de los estratos arqueológicos. Distintas herramientas auxiliares han permitido establecer cambios en los patrones ocupacionales y gracias a las dataciones, ya sean mediante el análisis de los restos óseos de los cementerios o el estudio de la tipología de la cerámica, se ha  podido secuenciar con un cierto margen de error todas esas mutaciones. Existen ciertas dificultades como son: afinar esas fechas de ruptura (que no siempre coinciden con la documentación escrita),  interpretar correctamente algunos cambios en los asentamientos, explicar algunas excepciones a la norma, integrar las relaciones del mundo rural con el urbano, poder generalizar el estudio local a otras zonas peninsulares, etc.
La variación en las secuencias de ocupación se constata en el cambio de repertorio de las cerámicas, la disposición de los enterramientos en las necrópolis, distinta funcionalidad de algunas villae con la construcción de nuevas zonas residenciales,  aparición de ciertas estructuras de almacenamiento subterráneas, presencia de artículos que confirman el desarrollo de actividades productivas o edificación de caseríos independientes alejados del núcleo residencial original.

Bibliografía

  • ALONSO SÁNCHEZ, M. A. Y FERNÁNDEZ OCHOA, C. (1988): Cerámica africana con decoración paleocristiana en la muralla de Gijón, Cuadernos de Prehistoria y Arqueología Universidad Autónoma de Madrid, vol. 15, pp. 339-377. 
  • CERVERA, J. (2010): Breve reseña sobre métodos para datación arqueológica, Estrat Crític, revista d’arqueologia, vol. 4, UAB, Barcelona, pp. 91-99.
  • LEÓN ASENSIO, C. y BARONA BARONA, M. (2013): Terra sigillata africana D en la meseta norte: estado de la cuestión y relaciones comerciales, Arqueología en el valle del Duero, del neolítico a la Antigüedad Tardía, Ediicones de la Ergastula, Madrid, pp. 291-298.
  • MONTERROSO CHECA, A. J. (2002): Cerámica africana en Colonia Patricia: aportaciones a partir de la estratigrafía del teatro romano de Córdoba, Romula, Universidad Pablo de Olavide, Sevilla, pp. 187-224.
  • QUIRÓS, J. A. y BENGOETXEA, B. (2010): Arqueología III. Arqueología Medieval y Posmedieval, Col. Unidad Didáctica, UNED, Madrid.
  • ROCA ROUMENS, M. y FERNÁNDEZ GARCÍA, M. I. (coord.) (2005): Introducción al estudio de la cerámica romana: una breve guía de referencia, Universidad de Málaga, pp. 227-303.
  • VIGIL-ESCALERA, A. (2007): Granjas y aldeas altomedievales al norte de Toledo (450-800 d.C.), Archivo español de arqueología, vol. 80, pp. 239-284.
  • − (2009a): Las aldeas altomedievales madrileñas y su proceso formativo en J.A. Quirós Castillo (ed.), The archaeology of early medieval villages in Europe, Bilbao, pp. 315-339.
  • − (2009b): Sepulturas, huertos y radiocarbono (siglos VIII-XIII d.C.). El proceso de islamización en el medio rural del centro peninsular y otras cuestiones, Studia Historica, Historia Medieval, 27, pp. 97-118.
  • − (2011): Formas de poblamiento rural en torno al 711: documentación arqueológica del centro peninsular, Arqueología e Historia entre dos mundos, Zona Arqueológica 15, vol. II, pp. 187-201.
  • ZARZALEJOS, M. ET ALII (2010): Historia de la cultura material del mundo clásico, Col. Grado, UNED, Madrid.
  • − (2010): Historia de la cultura material del mundo clásico, Addenda, UNED, Madrid.

martes, 23 de febrero de 2016

Cultura Material desde la antigüedad tardía a la época industrial (II)


Tras la lectura de los artículos que citamos a continuación, responda a las cuestiones propuestas:

A. VIGIL-ESCALERA, 2009: “Las aldeas altomedievales madrileñas y su proceso formativo” en J.A. Quirós Castillo (ed.), The archaeology of early medieval villages in Europe, Bilbao, 315-339.


- Exponga cuál es el objetivo del estudio realizado.
El objetivo principal del trabajo es exponer la complejidad del proceso formativo de los primeros asentamientos altomedievales de carácter aldeano mediante el estudio de los registros arqueológicos madrileños. Para ello se estudia dos tipos de aldeas diferenciadas en su origen, El Pelícano, cuyo origen es la descomposición de una villa y Gózquez, formada desde cero.

- ¿Cuáles son los principales problemas que expone el autor a la hora de investigar el poblamiento rural tardoantiguo/altomedieval en la región centro de la península Ibérica?
Hasta fechas muy recientes la acumulación de deficiencias instrumentales y conceptuales ha impedido caracterizar de forma ajustada la materialidad arqueológica de las transformaciones que supuso el colapso del Imperio romano en la península Ibérica en la primera mitad del siglo V d.C. Se indica la imprecisa datación cronológica de la cerámica denominada Terra sigillata hispánica tardía (TSHT) y de la cerámica común. Además el autor menciona el limitado número de actuaciones ejecutadas en la zona de acuerdo con criterios metodológicos rigurosos que permitan proporcionar datos válidos para generar conocimiento crítico. El proceso de urbanización ha comportado que gran parte del patrimonio haya sido destruido de forma irremisible.

- Indique cuales son según A. Vigil, las características que definen el poblamiento rural en la región de Madrid durante los siglos V-VIII.

  • La mayoría de los sitios analizados experimenta una ocupación plurisecular, es decir, se constata la presencia de poblamiento rural en toda la secuencia de ocupación.
  • La actividad de los poblamientos tiene lugar en un sistema territorial muy integrado con una elevada complejidad social, política y económica. Se encuadra en una verdadera malla.
  • Puede diferenciarse dos clases de poblamientos rurales: las aldeas y las granjas o caseríos.
  • Pueden tener distintos orígenes: fundación desde cero o descomposición de las villae.
  • Despoblamiento generalizado de enclaves que desemboca en una acusada concentración del hábitat a partir del siglo VIII.


- Exprese las diferencias entre aldea, granja y caserío.
Las aldeas, granjas y caseríos son asentamientos rurales. La aldea sería una comunidad integrada por una serie de unidades domésticas individuales que explotan de manera individual y conjunta de acuerdo a sus específicas circunstancias un determinado territorio (VIGIL-ESCALERA 2007). En los yacimientos arqueológicos aldeanos existen manifestaciones inequívocas y estables de formas de sociabilidad. Esto es, las unidades domésticas no actúan de forma aislada sino que interaccionan con otras unidades. Desde la perspectiva de la cultura material la forma de sociabilidad aldeana más visible es la necrópolis o cementerio único para todos los miembros. Es en este ámbito donde tienen lugar innegables manifestaciones de carácter comunitario ya que los individuos siguen perteneciendo a la comunidad tras su fallecimiento. La granja carecería del tamaño suficiente para ser concebida como una forma comunitaria, socialmente constituida, de gestión del espacio agrario. En las granjas y caseríos no se han encontrado cementerios estables de carácter comunitario (aunque sí se han documentado sepulturas aisladas).
En algunas aldeas, como El Pelícano a mediados del siglo VI, existen unidades domésticas que por motivos desconocidos empiezan a actuar de forma autónoma fundando caseríos independientes de la aldea original.

lunes, 22 de febrero de 2016

Cultura Material desde la antigüedad tardía a la época industrial (I)


A-B: Identifique la producción cerámica de las dos piezas propuestas y determine su forma dentro de sus repertorios y su cronología. Comente su presencia en contextos arqueológicos hispanos.



Ambas piezas son terra sigillata africana tipo D (Tsa tipo D). Se trata de vajilla de servicio de mesa común, en concreto dos escudillas. La cerámica es el producto artesanal más abundante en el registro arqueológico y uno de los elementos de la cultura material más apreciado para efectuar un acercamiento a las esferas social, económica y funcional de los distintos contextos en estudio. Su producción sistemática de determinadas cerámicas permite establecer dataciones relativas  proporcionando un valioso indicador cronológico. Es la producción más tardía de las sigillatas africanas y su cronología general se extiende desde el siglo IV hasta el VII. Hayes considera que es la cerámica directamente sucesora de la africana A. En esta clasificación Hayes prescinde de la distinción pasta-barniz para basarse en la valoración de formas y perfiles.
Los talleres de este tipo de cerámicas se sitúan en la costa del África Proconsular (Túnez) y Mauritania (Marruecos) lo que facilitaría su exportación aunque también se conocen centros de producción en el centro de Túnez.
Técnicamente, la terra sigillata africana D se caracteriza por una cubierta anaranjada de pasta que varía desde la finamente granular hasta la de textura más grosera, con poco espesor (aunque con el paso del tiempo tiende a aumentar) y de adherencia variables, aplicada solo en el interior y el borde externo de las piezas. Estas producciones emplearon mayoritariamente el torno y ocasionalmente el molde, detectándose un más que notable predominio de las formas lisas sobre las decoradas.
En cuanto a la decoración, los grandes platos suelen llevar decoración estampada sobre el fondo y, de forma excepcional, en el borde. También se puede encontrar recipientes decorados con moldes.
Morfológicamente destaca un predominio absoluto de las formas abiertas tal como se ve en las dos piezas analizadas.
En cuanto a la funcionalidad, estas cerámicas se utilizaban como recipientes para ingerir alimentos sólidos o líquidos.

Figura 1A:

Se trata de una escudilla sin pie identificada en el repertorio como Tsa tipo D Hayes 59/Lamboglia 51.  El borde de la misma es casi horizontal, acanalado con una pared curva. El fondo es plano sin pie o con un pequeño resalte. Al no tener escala no es posible establecer sus dimensiones aunque este tipo de cerámicas suelen tener un diámetro entre los 21 y 42 cm. Según Hayes existen dos variantes correspondiendo la figura con la variante A. Sus características son presencia de nervaduras verticales y oblicuas sobre la pared externa, tal como se aprecia en el dibujo. En cuanto a la cronología, la pieza se puede situar entre el 320 y el 380/400 (ROCA 2005).

Figura 1B:

Se trata de una escudilla con un pie atrofiado identificada en el repertorio como Tsa tipo D Hayes 61/Lamboglia 54, 53 bis. El borde de la pieza es vertical o inclinado al interior de sección triangular con una pared curva y un fondo plano. El interior presenta una acanaladura en la unión de la pared y el fondo y suele llevar una decoración estampada aunque no se puede ver en el dibujo. Como en el caso anterior no se dispone de escala por lo que no sabemos el tamaño real aunque este tipo de vajilla tiene un diámetro entre los 22 y 42 cm. Existen dos variantes según Hayes, la A y la B. La figura analizada corresponde con la variante A, la cual tiene el borde vertical o reentrante que llega a formar ángulo en la cara externa. En cuanto a la cronología, la pieza se puede situar entre el 325 y el 400 (ROCA 2005).


Contextualización en el solar hispano:

Como se ha comentado más arriba la fabricación de estas piezas cerámicas son exclusivas del norte de África, concretamente en las actuales Marruecos, Argelia y Túnez. Su presencia en territorio peninsular demuestra la existencia de un comercio mediterráneo. Asimismo encontrar estas escudillas en los estratos de yacimientos arqueológicos permite establecer una cronología de los mismos ya que actúan como fósil director. Es decir, la presencia de ese tipo de cerámica en un determinado estrato de un yacimiento peninsular nos sirve para datar ese estrato utilizando ese fósil director. También nos da información de forma indirecta del tipo de economía de la sociedad que vivía en esas fechas. Durante los siglos IV y V las producciones africanas como las dos cerámicas comentadas alcanzaron una importante difusión en algunos sectores de la península como la Bética, la costa mediterránea o el valle del Ebro. Esas zonas son las regiones más romanizadas de Hispania. El tráfico fue significativamente menor en otras zonas peninsulares como la meseta o la región septentrional a pesar de estar bajo una misma autoridad política.
Es a partir del siglo V cuando se detecta una disminución en las relaciones comerciales entre el norte africano y la península. Esta progresiva ausencia de cerámicas tipo Tsa D en la secuencia de ocupación de los yacimientos nos indica un cambio más o menos importante en la sociedad y en la autoridad político-administrativa. En el caso de la península Ibérica correspondería, según  las distintas fuentes escritas, al inicio del siglo V con la invasión de los pueblos germánicos. Una de las cuestiones más importantes es determinar si el registro material de los yacimientos coincide con la documentación escrita, es decir, casar los estudios arqueológicos con la historiografía clásica.
Diferentes excavaciones han corroborado la existencia de este tipo de cerámica incluso en el siglo VI (SÁNCHEZ 1988) confirmando la existencia de redes de intercambio bastante tiempo después del colapso político del Imperio romano en el mediterráneo occidental.