viernes, 29 de junio de 2012

Comentario de texto: bula de oro de 1222


Comente el siguiente texto según las pautas establecidas por el equipo docente, en dos caras: 

I. Que ningún noble sea arrestado (injustamente), ni oprimido por deseo de algún poder mayor.
II. Los nobles serán exentos de pagar más impuestos, y no se podrá recaudar ningún dinero de sus tesoros. Tampoco serán ocupadas ni sus residencias, ni sus aldeas, y serán visitadas solo por aquellos que hayan sido invitados. No se aplicarán más tasas a los bienes de la Iglesia.
III. Si algún noble muere sin tener hijo varón descendiente, que a su hija le corresponda un cuarto del territorio; las demás propiedades serán repartidas a otros; pero, por si defunción no pudiese ocuparse de ellas, que estas propiedades pasen a manos de su familiar más cercano; si no lo hay, entonces que pasen a manos del rey.
IV. Si el rey desea llevar su ejército fuera del reino, los nobles no tienen el deber de ir con él, si éste no les paga. Por el contrario, si algún ejército extranjero penetra en suelo húngaro, todos tienen la obligación de repelerlo.

VII. Que el Nádor de Hungría juzgue a todas las personas en el reino sin diferencia alguna; pero que no emita juicios sobre los nobles y altos funcionarios sin el conocimiento y aprobación del rey.
VIII. Que no se de honores o cargos a extranjeros recién llegados sin permiso del consejo real.

XI. Que no se le sean dadas propiedades húngaras a extranjeros.

XVI. Que nadie aparte del Nádor de Hungría, el ban, el rey y la reina consorte porte más de dos títulos
XXIV. Que ni los judíos ni los ismaelitas ejerzan cargos públicos. Que los ispán de cámara, los que manejan el dinero, recolectores de impuestos y aduaneros sean solamente nobles húngaros.
… Que el rey no pueda extrañar o apropiarse de ninguno de los grandes condados del reino ni de los altos cargos de la corte.

Bula de Oro de 1222. Andres II de Hungría (eran 31 puntos)

El texto es una selección de algunos puntos de la Bula de Oro de 1222 sancionados por Andrés II de Hungría. Es un documento público procedente de una fuente primaria y se distribuyeron siete copias del mismo. Durante cuatro siglos la Bula de Oro fue ley fundamental del país que consolidó el poder de la nobleza ya que permitió a los nobles no pagar impuestos (punto II), no servir al rey en expediciones fuera del reino (punto IV) y sublevarse contra el monarca que incumpliera las leyes (clausula de resistencia que más adelante sería derogada), entre otras prerrogativas. Todo el documento es importante ya que su finalidad es legislativa, de obligado cumplimiento en todo el reino húngaro. Se puede considerar, por tanto, como la primera constitución escrita húngara. Su vigencia llega hasta 1848. Existen algunos términos que hace falta definir. Nádor es el segundo cargo más importante en el reino de Hungría tras el rey. Generalmente estaba reservado para un noble, y sus competencias comenzaron siendo la observación y administración de los bienes reales, evolucionando a funciones judiciales. El Ban es un título nobiliario, característico de reinos medievales de la Europa central, entre ellos Hungría. Los banatos son una especie de distritos que están sometidos al Rey. El eje central del texto está claro, nos habla de una disposición “legal” de un débil monarca para con los nobles de su reino que limita su autoritarismo a la vez que concede ciertos privilegios a la nobleza. Los protagonistas principales son el rey Andrés II, la Iglesia y la nobleza.
Andrés II fue rey de Hungría, nacido en 1176 y fallecido en 1235. Fue llamado el Hierosolimitano por su participación en la organización de la quinta cruzada. Bajo su reinado el país llegó al punto culminante de la anarquía feudal y Andrés II trató de controlarlo mediante la promulgación de la Bula de Oro. El rey quiso cumplir la promesa hecha por su padre de partir a la cruzada, y para tal fin reunió un ejército en Espalato; consiguió de los venecianos las naves para el transporte a cambio de la cesión a perpetuidad de la ciudad de Zara; para financiar la expedición recurrió a empeñar hasta los tesoros de la Iglesia. Pero la cruzada húngara (1117-1118) fue un fracaso y el rey tuvo que regresar a su país, debido a una enfermedad. Andrés II concedió a los Hospitalarios grandes rentas a costa de la nación. Los únicos beneficios que obtuvo de la cruzada fue el emparentar con los reyes de Armenia y Bulgaria a través de los matrimonios de sus hijos y el recibir el pomposo título de "Rey de Jerusalén" (al igual que otros monarcas de su tiempo), usado por los reyes de Hungría desde entonces hasta 1918.
Cuando regresó a Hungría se encontró el reino convulsionado por la anarquía. Para controlarlo declaró hereditarias e inviolables las donaciones hechas por sus antepasados. Pero con ello dejó fuera del ejercicio del poder a un grupo de grandes señores, que se levantaron contra él (1222). Estos descontentos estaban apoyados por los servienses, pequeños propietarios que aspiraban a adquirir las diferentes partes de las posesiones reales de los castillos en desintegración, en lo que coincidían con el grupo formado por los siervos de los castillos. Consiguieron que el rey destituyese la administración hasta entonces imperante y promulgase la carta magna conocida como Bula de Oro. Ésta supuso para los servienses y los siervos de los castillos el derecho de hacer testamento. La Bula de Oro prohibió además la donación de provincias enteras y protegía a los siervos contra la Iglesia al prohibir la exigencia del pago del diezmo eclesiástico en dinero; declaró ilegal la acumulación excesiva de cargos, el arrendamiento de regalías en manos de musulmanes o judíos y la donación de posesiones a los extranjeros. El principal punto en el que la Bula de Oro favoreció a los grandes señores fue el que reconocía su derecho a resistencia contra el rey cuando éste violase las disposiciones de la Bula. Esta serie de concesiones valieron a Andrés II para que la nobleza le declarase rey hereditario de Hungría, Dalmacia, Croacia, Serbia, Lodomeria y Galitzia (1222). En 1231 Andrés II, presionado por la Iglesia, promulgó la llamada segunda Bula de Oro, cuyas disposiciones fueron más favorables para la Iglesia y que en lugar del derecho de los nobles a resistirse contra el rey, determinó como sanción la excomunión.
Esta Bula se puede considerar como la primera Carta Magna de Hungría.  También se puede establecer paralelismos entre los casos de Hungría e Inglaterra, con la salvedad de que la nobleza húngara era bastante más fuerte que la inglesa, así que pudieron ir más allá todavía con sus reclamaciones. A todos los efectos determina el principio de igualdad entre los nobles y ocupó un lugar central en el pensamiento de la aristocracia húngara durante siglos. Su larga vigencia así lo atestigua.

viernes, 22 de junio de 2012

Ejercicios de Historia Medieval (III)




Conteste, en dos caras, las causas, desarrollo y consecuencias de la participación de los reinos hispánicos en la guerra de los cien años. 

La Guerra de los Cien años fue un prolongado conflicto armado que enfrentó desde principios del siglo XIV hasta mediados del siglo XV a Francia e Inglaterra. El periodo bélico no fue continuo ya que existieron números momentos de treguas y precarios tratados de paz. Tampoco todas las acciones militares de desarrollaron sobre tierras francesas. La península Ibérica (reinos hispánicos y Portugal) intervino de forma colateral en la guerra de los Cien Años.
Tras la paz de Brétigny, el rey francés Carlos V, buscó el apoyo de la flota castellana para poder hacer frente a los ingleses y la situación política castellana le brindó una oportunidad. Pedro I de Castilla (sucesor de Alfonso XI) se enfrentó desde su coronación a la nobleza castellana la cual apoyó a su hermano bastardo Enrique de Trastámara. Enrique buscó apoyo en Francia y Carlos V le envió un ejército de mercenarios (routiers) que en ese momento no necesitaba (paz de Brétigny). Las tropas de Enrique consiguieron expulsar a Pedro I, que se refugió en Guyena, y el Trastámara se proclamó rey (1366). Pedro I obtuvo ayuda de Inglaterra  a cambio de concederle al gobernador de Guyuena, el Príncipe Negro, el señorío de Vizcaya y en 1367 obtuvo una rotunda victoria sobre las tropas castellanas y francesas en la batalla de Nájera. Repuesto en el trono, Pedro I se negó a cumplir su parte del pacto por lo que los ingleses abandonaron la península. Sin el respaldo inglés fue derrotado por tropas francesas en apoyo de Enrique II (Trastámara) en la batalla de Montiel en 1369. En la misma batalla Enrique asesinó con sus propias manos a Pedro poniendo punto y final a la guerra civil castellana. Una vez repuesto definitivamente en el trono de Castilla, Enrique II fue un gran aliado de Carlos V. El Valois pudo así acosar a la flota inglesa en el Cantábrico y el Canal de la Mancha.
En poco tiempo la alianza franco-castellana comenzó a dar sus frutos. En 1372 una flota inglesa fue derrotada por galeras castellanas, cerca de La Rochelle. Numerosos soldados ingleses fueron llevados como prisioneros a Castilla. Ante los sucesivos fracasos de los ingleses, la guerra empezaba a decantarse hacia el bando francés. En cuanto a la fase ibérica del conflicto parecía que terminaba con el fin de la guerra civil castellana pero no fue así.
El estallido de la guerra de sucesión portuguesa a la muerte del rey Fernando I en 1383 propició un cambio en las relaciones de fuerza internacionales.  Tras la muerte sin descendencia masculina de Fernando I de Portugal, el sucesor de Enrique II, Juan I de Castilla, casado con una hija del difunto rey luso, se dispuso a ser coronado rey de Portugal. Sin embargo, los portugueses preferían a un bastardo de la familia real portuguesa, Juan, maestre de la Orden de Avís.  Las cortes portuguesas consagraron como rey al de Avís, que se apresuró a solicitar ayuda del duque de Lancaster, Juan de Gante, regente en Inglaterra de su sobrino Ricardo II.
En 1385, las tropas de Juan I de Castilla se enfrentaron a las de Juan I de Portugal en el campo de Aljubarrota, donde las fuerzas lusitanas y los auxiliares ingleses aniquilaron a la caballería castellana. En estas circunstancias, Juan de Gante, casado con una hija de Pedro I, reivindicó el trono castellano y en julio de 1386 desembarcó en Galicia con un gran ejército. Juan I de Castilla obtuvo entonces ayuda de Francia y consiguió detener a las tropas lusos-inglesas antes de que penetrasen en la meseta. El agotamiento general de ambos ejércitos forzó a los contendientes a unas negociaciones globales (treguas de Bayona) por las que Juan de Gante renunciaba a la corona castellana a cambio de una indemnización y del matrimonio de su hija con el heredero castellano, el futuro Enrique III. Los acuerdos de Bayona iniciaron un largo período de tranquilidad e inauguraron un nuevo equilibrio de fuerzas. La Guerra de los Cien Años abandonaba la península Ibérica.
Las consecuencias de la participación de los reinos hispánicos fueron varias. La guerra de los Cien Años atravesaba un periodo de frágiles treguas por lo que los mercenarios franceses estaban ociosos al no tener ninguna ocupación. Era urgente darles ‘trabajo’ por lo que Carlos V pensó en llevarlos fuera de su territorio y apoyar las pretensiones al trono de castilla de Enrique. Una vez conseguido el objetivo Carlos podría disponer de la flota castellana para contrarrestar el poderío naval inglés.


Elija cinco conceptos que tengan que ver con la economía y sociedad en la baja edad media y explíquelos en dos líneas cada uno.
  • Estanflación: Recesión que se produce cuando hay un alza de los precios, un aumento del desem-pleo y un estancamiento económico de forma simultánea (es lo que sucedió en el siglo XIV).
  • Letra de cambio: Instrumento financiero que permite transmitir dinero de un lugar a otro y en monedas distintas. Se evita que el dinero en metálico se desplace materialmente agilizándose las transacciones financieras.
  • Hansa: Federación de ciudades comerciales del norte de Alemania que prácticamente monopolizaron el comercio marítimo en el Báltico y en el mar del Norte hasta el siglo XV.
  • Putting Out System: Práctica artesanal en el campo textil fuera del ámbito gremial por la que un patrono contrataba directamente a un asalariado y se encargaba de controlar y supervisar todo el proceso productivo.
  • Tercer Estado: Parte de la sociedad bajomedieval distinta de la nobiliaria y de la clerical. Se refiere a la sociedad urbana que incluye la burguesía y a la sociedad rural.

domingo, 10 de junio de 2012

Reformas de Diocleciano (y III)


C.- REALICE  UNA VALORACIÓN PERSONAL DE LAS INSTITUCIONES  CITADAS  EN EL TEXTO.

Las dos instituciones principales que se mencionan en el texto son la Tetrarquía (institución política) y la militar. También se nombra el erario público y a los dioses paganos por lo que explicaré la problemática económica y religiosa al iniciarse el dominado. Como ya se ha comentado en el punto anterior, la Tetrarquía suponía una solución a los graves problemas internos y externos que azotaban al imperio. Así, en el 293 Diocleciano decidió asociar un colaborador a Maximiano en la zona occidental del imperio, nombrando César a tal efecto a Constancio Cloro, un brillante oficial también ilírico, de origen humilde y casado con una hijastra de Maximiano. Tres años después Constancio restituiría Britania al imperio eliminando a Alecto, sucesor del usurpador Carausio y reforzó el limes renano. Diocleciano hizo otro tanto en Oriente al proclamar César a Galerio en su corte de Nicomedia. Galerio, ilírico de nacimiento, procedía también de una humilde familia y contrajo matrimonio con una hija de Diocleciano. Galerio se encargó de asegurar las fronteras del Danubio. El resultado fue dos Augustos con funciones gubernamentales y ejecutivas, tanto en lo civil como en lo militar en Oriente (Diocleciano) y Occidente (Maximiano). Cada Augusto tenía asociado al poder como sucesor a un César en Oriente (Galerio) y Occidente (Constancio Cloro). La institución fue creada para normalizar el funcionamiento del poder ejecutivo, evitando la desintegración del Imperio y los pronunciamientos militares y usurpaciones típicos de la época de la anarquía militar. Fue fruto de un proceso evolutivo, determinado por las circunstancias y necesidades coyunturales, principalmente de índole militar. Las características más reseñables del sistema de gobierno tetrárquico basado en el control y administración del gobierno del Imperio por cuatro emperadores (Quator principes mundi) fueron: cuatro gobiernos simultáneos, repartición del control del poder imperial con una clara jerarquía, Roma deja de ser capital imperial y no existe una verdadera partición territorial del Imperio. Resulta evidente que la decisión de Diocleciano fue todo un acierto ya que Roma acumulaba demasiados problemas internos y externos que para una sola persona eran de difícil resolución. Dividiendo el poder consiguió asegurar las fronteras (junto con la reforma militar), controlar las insurrecciones dentro del territorio, organizar de forma más eficaz la administración política del Imperio sin injerencias del ejército ni del senado y poder atender a un menor número de peligros. Las tareas de gobierno se repartían, teóricamente los Augustos tomaban las decisiones y los  Césares las ejecutaban. Además el sistema se perpetuaba con los Césares evitando la tentación de la usurpación del poder y haciendo la transición de forma natural y sin sobresaltos. La abdicación de Diocleciano y Maximiano (éste obligado) una vez eliminadas las amenazas exteriores y culminadas las principales reformas administrativas (sus mandato duró 20 años) dotaba al sistema del dinamismo necesario para su supervivencia y evitaba, además, esperas demasiado prolongadas a la ambición de los dos césares.
Sin embargo para que el sistema tetrárquico funcionase se necesitaba un nuevo sistema militar. Se reformó el sistema fronterizo, la movilidad y las unidades básicas del ejército y la forma de reclutar a las tropas. El limes fue una fuente de peligros constante por lo que fue necesario trasladar las capitales de Oriente y Occidente cerca de las fronteras. Fue necesario asegurar las buenas comunicaciones, aumentar el número de legiones (acorde con las presiones externas que sufría el Imperio) reduciendo la composición de las centurias (mayor maniobrabilidad) y pedir ayuda de forma esporádica a contingentes bárbaros fronterizos (foederatis).  Esta innovación militar exigía otra clase de reformas económicas debida a los excesivos gastos del mantenimiento y administración del ejército.
La reforma económica se basó en la fiscalidad y en la moneda. El sistema impositivo inaugurado por Diocleciano (sistema fiscal denominado iugatio-capitatio) partiría de la base agrícola de la economía imperial y de la importancia que había alcanzado los pagos en especie (annona) al ejército y a los funcionarios. Las dos unidades fiscales de cálculo eran la iuga (iugum), basada en la explotación de la tierra y la capita (caput), para los hombres y animales censados. Lo que en un principio parecía un impuesto equitativo (cuánto más produces, más pagas), en la práctica daría lugar a una serie de abusos para el campesinado más débil ya que el cálculo se realizaba sobre la productividad teórica y no real. También se obligó a los decuriones municipales recaudar los nuevos impuestos. Los funcionarios estatales determinaban la cuantía de estos impuestos por lo que si los curiales no ingresaban ese porte tenían que pagar al Estado con su propia fortuna. Este hecho derivó en un empobrecimiento de los curiales por lo que muchos de ellos quisieron huir de sus obligaciones. Ello obligó al Estado a la fijación hereditaria de los curiales a la Curia y de los campesinos a la tierra. Se revalorizó una moneda que se había depreciado desde los tiempos de la anarquía militar y se intentó frenar la inflación de precios con un edicto que fijara un límite máximo a los precios de una gran cantidad de bienes de consumo. Estas reformas consiguieron reforzar el poder imperial pero a largo plazo fracasaron (el aumento de la presión fiscal será una de las causas que provocarán el aumento de las grandes propiedades latifundistas en el siglo IV).
Diocleciano y los tetrarcas se esforzaron por hacer públicas demostraciones de piedad y reconocimiento hacia la religión tradicional del Estado. Se constituyó una teología imperial, que situaba en un primer plano a Júpiter y Hércules, dos divinidades tradicionales romanas. Esta reafirmación de la religión oficial se acompañó de una reforma moral. La teoría política y el orden establecido por Diocleciano fueron puestos en peligro por los seguidores del maniqueísmo y el cristianismo. No es de extrañar, por tanto, las persecuciones que sufrieron ambos colectivos. Los círculos intelectuales paganos y poderosos sectores del ejército se opusieron de forma tajante a la religión cristiana y esta presión obligó a Diocleciano a promulgar hasta cuatro edictos contra esa religión.
Con todas las reformas Diocleciano consiguió detener momentáneamente la hemorragia que sufría Roma desde el siglo III. Las crisis social, económica, política, urbana, militar, demográfica y religiosa que padecía el imperio no eran coyunturales sino estructurales. Es por ello que la lenta decadencia de todas las instituciones romanas no se podía ni detener ni revertir y la única solución plausible fue ralentizar el máximo tiempo posible ese deterioro. Diocleciano lo consiguió a costa de enormes esfuerzos militares, fiscales y administrativos. Aureliano había sentado las bases y Constantino continuó (a su manera) el trabajo de Diocleciano. Sin embargo el sistema se desmoronó inevitablemente.

Bibliografía:

  • AURELIO VICTOR, Liber de Caesaribus [en línea].
  • BRAVO, Gonzalo, Historia del mundo antiguo. Una introducción crítica, Madrid, Alianza,  1994.
  • ―, Historia de la Roma Antigua, Madrid, Alianza, 1998.
  • CEPEDA, Juan José, Las reformas de Diocleciano y Constantino I y su reflejo en la composición de los tesoros monetarios [en línea]. La moneda de l’Imperi romà. VIII Curs d’Història monetària d’Hispània, Barcelona, 2004.
  • FERNÁNDEZ, Gonzalo. Un historiador pagano del siglo IV D.C. Sexto Aurelio Víctor [en línea].
  • FERNÁNDEZ URIEL, P, Historia de Roma. Volumen II, Madrid, UNED, 2001.
  • ―, Historia Antigua Universal III: Historia de Roma, Madrid,  UNED, 2007.
  • GARCÍA MORENO, Luis A., El Bajo Imperio romano, Madrid, Síntesis, 2005.
  • GRANT, M., Atlas de historia clásica,  Madrid, Akal, 2009.
  • HORNBLOWER, Simon y SPAWFORTH, Tony, Diccionario del mundo clásico, Bar-celona, Crítica, 2002.
  • LÓPEZ BARJA DE QUIROGA, Pedro, Historia de Roma, Madrid, Akal textos, 2004.
  • MONTENEGRO DUQUE, A. (Coordinador), Gran historia universal. Volumen X. El Imperio Romano, Madrid, Nájera, 1986.
  • SPEAKE, Graham (editor), Diccionario Akal de Historia del Mundo Antiguo, Madrid, Akal, 1999.
  • VÁZQUEZ HOYS, Ana María, La supervivencia de Roma durante el último siglo del Imperio de Occidente [en línea]. Blog de Ana Vázquez Hoys, 2011.
  • VV.AA., Diccionari d’història universal, Barcelona, Edicions 62, 1995.

miércoles, 6 de junio de 2012

Reformas de Diocleciano (II)



B.- SITÚE CRONOLÓGICAMENTE EL TEXTO, RESUMA EL PERIODO HISTÓRICO CONCRETO AL QUE SE REFIERE INDICANDO SUS ACONTECIMIENTOS Y CARACTERES MÁS SOBRESALIENTES, EN FUNCIÓN DE DICHO TEXTO.

El texto sitúa los acontecimientos desde el nombramiento de Diocleciano como emperador tras la muerte de Carino (hijo del anterior emperador Cario) hasta el establecimiento de la Tetrarquía, es decir, desde el año 285 d.C. hasta el 293 d.C. aproximadamente. El texto es un fragmento del Libro de los Césares de Sexto Aurelio Víctor, historiador pagano que vivió en el siglo IV d.C. Es por ello que la fuente es secundaria ya que el autor no es contemporáneo de los hechos. Existe controversia acerca de las fuentes de Aurelio Víctor. En opinión de Alexander Enmann la fuente de Sexto Aurelio Víctor es una Historia Imperial hoy perdida y compuesta en 284. Pierre Dufraigne cree que Sixto Aurelio Víctor emplea otras fuentes dependiendo de la época narrada (Suetonio, Tácito, Mario Máximo…).
El marco histórico en el que transcurren los hechos  corresponde al inicio de la época Bajo Imperial Romana que coincide con el comienzo del Dominado tras el nombramiento de Diocleciano como emperador. Ello supone el final de la Anarquía Militar (235-285 d.C.) fruto de la grave crisis social, económica y política que asoló al imperio en el siglo III. Durante ese periodo se suceden en el trono los llamados emperadores militares: generales de fortuna, originarios de las provincias, que son aclamados por el ejército (transformado en factor decisivo del poder). En su mayoría estos emperadores eran asesinados tras breve periodo de gobierno.
El contexto político en Roma que hereda Diocleciano en el momento de asumir el poder es muy complejo e inestable con graves problemas internos y externos. Las amenazas internas, tal como nos señala el texto, son las revueltas campesinas bagaudas, la usurpación del púrpura en Britania por parte de Carauso y las insurrecciones en Oriente, África y Egipto.  Los graves sucesos ocurridos en la Galia, junto a la crisis económica y la inestabilidad política heredada de la época de la anarquía militar, acabaron provocando brotes violentos de campesinos descontentos que se conoce con el nombre de bagaudas. La situación del imperio durante la anarquía militar había llevado a una situación de ruralización y a un funcionamiento provincial latifundista de forma bastante autónoma y cada vez más lejos del poder fiscal y administrativo de Roma. Este sistema degenera en  grandes propiedades con mano de obra esclava o servil, se produce un encogimiento de la vida urbana y brotan bolsas de malestar social de origen heterogéneo (personas sin oficio, campesinos explotados, siervos, sumados a grupos de puro bandolerismo). Externamente el Imperio se ve amenazado por persas, alemanes y francos. Es por ello que Diocleciano decide compartir el trono con Maximiano, elevado a “augusto” tras sofocar con éxito las revueltas bagaudas del campesinado galo e hispano. Sin embargo la Diarquía (286-293 d.C.) resulta ineficaz ante la inminente ruptura de la unidad imperial iniciada en Britania por la rebeldía de algunos jefes romanos (Carauso primero, Alecto más tarde).  Otras fuentes señalan, sin embargo, que fue la usurpación de Carausio el motivo inmediato de la promoción de Maximiano. Sea como fuere Maximiano es incapaz de resolver por sí solo el conflicto planteado por el usurpador Carauso con lo que Diocleciano se ve obligado a constituir una Tetrarquía (dos augustos y dos césares, o sea, cuatro emperadores). Ambos augustos deciden nombrar a sus respectivos césares. La elección recae en Constancio para occidente y Galerio para oriente, ambos también de probada experiencia militar. De esta forma se asegura que el futuro relevo no será traumático. Este sistema de los cuatro emperadores desapareció en el año 305 d.C. cuando Diocleciano y Maximiano abdicaron. Junto a la reforma política de la Tetrarquía, Diocleciano emprenderá otros cambios profundos en la organización del imperio: reorganizará el ejército, el sistema económico, la administración y la política religiosa.
Se abandonó el sistema estático de defensa lineal del imperio (concepto del “vallum” de los Antoninos), basando la defensa en una red de fortificaciones a uno y otro lado de la línea de la frontera (limes), denominados “Strata diocleciana”. Estas fortificaciones se encontraban en lugares estratégicos unidas entre sí por buenas calzadas que agilizaban el paso del ejército. En este momento el limes se muestra muy débil, ya que es muy sensible a las inestabilidades políticas interiores y a las amenazas exteriores por lo que se fortaleció las fronteras (política eminentemente defensiva). Los efectivos totales del ejército fueron duplicados y la base del ejército interior se transformó en unidades móviles estando siempre a disposición del emperador. El ejército se reestructuró pasando de 34 legiones en el siglo III a las 75 legiones en esta época aunque no aumentó significativamente el número de soldados.
En cuanto a la reforma económica Diocleciano transformó la fiscalidad (sistema tributario) y estableció un nuevo sistema monetario revalorizando la moneda. La reforma administrativa consistió en una reorganización central y otra provincial creando las diócesis. Diocleciano se preocupó en mantener el culto a los dioses tradicionales de Roma y en establecer toda una teología imperial oficial que situaba en un primer plano a Júpiter y tras él, Hércules. En el texto se puede observar ese detalle. Diocleciano eleva la importancia del panteón tradicional romano y reviste con la propia denominación de los principales dioses romanos Júpiter (padre) y Hércules (hijo) además con un sentido paterno-filial a los nombres de los césares. Esta ideología religiosa condujo a los emperadores a perseguir el Maniqueísmo y el Cristianismo rompiéndose la pax deorum (tolerancia religiosa) anterior.

lunes, 4 de junio de 2012

Reformas de Diocleciano (I)


Diocleciano se enteró de que, tras la muerte de Carino, Eliano y Amando habían formado un verdadero ejército de campesinos y bandidos (a los que los habitantes llaman bagaudas) y que se dedicaban al pillaje de amplias zonas y a atacar numerosas ciudades. Al momento ordenó dar el título de imperator a Maximiano, fiel amigo suyo, quien, aunque semibárbaro, era experto militar y de buen carácter. En razón de su veneración por la divinidad del mismo nombre le añadió el sobrenombre de Herculius, así como a Valerio le había dado el de Jovius. De aquí viene la costumbre de imponer un nombre a las tropas auxiliares que se han distinguido en el ejército. Herculio marchó a la Galia y derrotó o aceptó la sumisión de los enemigos, logrando en poco tiempo pacificar toda la región. Durante esta guerra, Carausio, natural de Menapia, brilló por sus valientes acciones. Por este motivo y porque sabía navegar bien (había ejercido este oficio como mercenario en su juventud) le encargó preparar una escuadra y expulsar a los germanos que infestaban los mares. Enorgullecido por este nombramiento, aniquiló a un gran número de bárbaros, pero no entregó al erario público todo el botín. Por temor a Herculio, de quien sabía que había dado orden de matarle, tomó el título de emperador y se apoderó de Bretaña. Por aquella  época, los persas conmocionaban gravemente al Imperio en Oriente, y en África hacían lo mismo Juliano y los pentapolitanos. Además, en Alejandría de Egipto, un cierto Aquilea se había revestido con las insignias del poder absoluto. Por estos motivos Diocleciano y Maximiano nombraron césares a Julio Constancio y Galerio Maximiano, por sobrenombre Armentario, e hicieron de ellos sus parientes. El primero tomó en matrimonio a la hija adoptiva de Herculio; el otro, a la segunda de Diocleciano, después de haber anulado ambos sus anteriores matrimonios, como había hecho Augusto con Tiberio Nerón y su hija Julia. Todos ellos eran naturales de Iliria. Aunque hombres poco cultivados, se habían curtido en las miserias de la vida rústica y fueron de hecho excelentes emperadores. (AURELIO VICTOR, 39, 17-26.)

A.- LEA DETENIDAMENTE EL TEXTO, SUBRAYE LAS PALABRAS O FRASES QUE CONSIDERE  MÁS SIGNIFICATIVAS Y EXPLIQUE PORQUÉ.

El texto está extraído del Libro de los Césares (‘Liber de Caesaribus’) del historiador y político romano Sexto Aurelio Víctor. Diocleciano (Gaius Aurelius Valerius Diocletianus Augustus), que había sido proclamado emperador tras el asesinato de Carino, decidió resolver el problema de los bagaudas, campesinos descontentos que se dedicaban al pillaje en toda la zona de la Galia y la Tarraconense. Los líderes de ese verdadero ejército de bandidos eran Eliano y Amando.  Debido a ese grave problema interno Diocleciano dio el título de imperator a su amigo Maximiano (Marcus Aurelius Valerius Maximianus Augustus) dada su pericia militar. Ese título le otorgaba la suprema comandancia militar del ejército por lo que por primera vez existieron simultáneamente en el mismo territorio dos emperadores (diarquía).  Diocleciano (en el texto está referenciado como Valerio) recibió el sobrenombre de Jovius, descendiente de Júpiter y Maximiano recibió el sobrenombre de Herculius, descendiente de Hércules. Con esto se constata que a pesar de la diarquía existe una jerarquía ya que Hércules (hijo) tiene un rango inferior a Júpiter (padre). Maximiano derrotó a los bagaudas en la Galia pacificando rápidamente la región.  Además le encomendó al oficial Marco Aurelio Carausio la misión de aniquilar a los piratas germanos (francos y sajones) que infestaban el Atlántico. Los motivos de esta decisión hay que buscarlos en la gran capacidad militar y a las grandes aptitudes navales de Carausio.  El mesapio consiguió su objetivo derrotando a un eleva-do número de bárbaros. Sin embargo fue acusado de retener parte del botín de guerra para sí y de llegar a acuerdos con los piratas a cambio de recibir compensaciones de los mismos. El reparto de los botines de guerra solía ser una fuente de conflictos en el mundo romano entre el senado o los emperadores y sus generales. Los botines eran generalmente el modo de pago del ejército y era esencial para el mantenimiento de fidelidad de las tropas. Ante tal situación Maximiano ordenó su captura y ejecución.  Ello condujo a Carausio a usurpar el trono del emperador, buscando el apoyo de las tropas destacadas en Britania y de la población civil del sur de la isla. Durante unos siete años dominó la isla y el occidente de la Galia desde la desembocadura de Rin a la del Loira. A continuación el texto relata los problemas políticos en algunas regiones del imperio. Se menciona la presión de los persas en la región oriental, la insurrección del procónsul Juliano y los pentapolitanos en el norte de África y la usurpación del poder supremo de Aquilea en Alejandría. En esta época existió la provincia de Libia Superior en el norte de África que comprende las ciudades de Cirene, Berenice, Arsínoe, Apolonia de Cirene y Ptolemaida. Los habitantes de estas cinco ciudades eran conocidos como los pentapolitanos. El origen de la revuelta alejandrina con la usurpación de Aquilea se puede hallar en los intentos del emperador Diocleciano por homogeneizar la moneda en todo el imperio y por sus usos comerciales. Como consecuencia directa de este hecho Alejandría perdió su derecho de acuñación. Todas estas circunstancias obligaron a Diocleciano a nombrar dos césares, Julio Constancio (Flavius Iulius Constancius Chloro Cesar) y Galerio Maximiano (Gaius Galerius Valerius Maximianus) para garantizar una sucesión sin conflictos y asegurar cierta estabilidad.  La manera de legitimar esa sucesión fue emparentando a los dos césares con los dos augustos. Se establecía así una Tetrarquía dónde los dos césares actuarían con poderes plenos dentro de sus provincias pero debiendo autoridad a los augustos. Una vez los dos augustos dejaran el poder, serían sustituidos por sus sucesores, los césares, que pasarían a denominarse augustos y nombrarían a dos nuevos césares (esta idea nunca se llevó a cabo tras Constancio y Galerio). El autor nos recuerda el origen de los césares (de Iliria como los dos augustos), su bajo nivel cultural y su excepcional capacidad como emperadores.

sábado, 2 de junio de 2012

Comentario del libro 'La guerra de los Cien años' de Edouard Perroy (y III)


Comentario crítico
La historiografía tradicional establece el inicio de la Guerra de los Cien años en 1337 y su finalización en 1453. Como todo conflicto de gran envergadura, las causas son variadas y se tienen que buscar algunos años antes del estallido bélico. El libro explica todos los aspectos relacionados con la guerra (políticos, sociales, económicos, dinásticos, feudales, etc.). El autor hace muchos juicios morales y de valor de los personajes más importantes de la época. Nos recuerda en el prólogo que el libro lo escribió con unas pocas notas que había tomado y que podría haber inexactitudes en ciertos acontecimientos narrados.
Una de las características más repetidas a lo largo de la contienda, y que el autor nos recuerda constantemente,  fue la escasez de fondos para abastecer a ambos ejércitos. No queda dudas que la falta de liquidez fue la causa principal de las largas treguas (factor económico). El reclutamiento y el mantenimiento de tropas exigían recursos abundantes e ininterrumpidos. Y precisamente esa falta de liquidez de ambas coronas fue la tónica habitual de la época. También explica todas las reformas administrativas, monetarias, políticas y militares de la monarquía francesa e inglesa. Como es obvio el hilo argumental es el de la guerra entre los Plantagenet y los Valois. Sin embargo el autor describe con más o menos profundidad otros acontecimientos muy relacionados con el conflicto. Así comenta el impacto de la Peste Negra en los dos reinos, explica los intentos de la alta jerarquía eclesiástica en evitar la guerra, la influencia de los papas de Aviñon y el Gran Cisma de Occidente (con dos papas, uno reconocido por París y el otro por Londres). Se menciona brevemente la herejía de Wynclif y la puesta en marcha de la inquisición. El descontento de las ciudades y el campo quedan bien retratados por las innumerables revueltas que ejercieron su influencia en el devenir de los acontecimientos. El autor también hace mención de la prolongación del conflicto en tierras castellanas y del grave problema que provocaron los routiers en tierras francesas. Perroy enlaza el fin de la guerra con el inicio de la Guerra de las Dos Rosas en Inglaterra. En resumen, se tiene un marco bien definido, con las causas del conflicto bien enumeradas, el desarrollo de los acontecimientos explicados de forma quizás demasiado exhaustiva y un desenlace bastante claro.

Valoración personal
La lectura de la obra se hace excesivamente engorrosa (tal vez la maquetación del libro ayude a ello). El estilo de escritura es bastante árido (no sé si ello se debe al propio autor o a la traducción de la obra) con lo que se dificulta la lectura. Tampoco existe ningún material gráfico que ayude a comprender el conflicto en toda su globalidad (entre tanta descripción de cabalgadas y movimiento de tropas se echa de menos mapas de las regiones, una cronología de los hechos más importantes, un árbol genealógico de las dos dinastías…). Por lo menos hay un índice onomástico y toponímico. Como es habitual en este tipo de obras se sigue un orden cronológico aunque a veces se adelantan acontecimientos y otros se retoman posteriormente. El hilo argumental no siempre es sencillo de seguir ya que el autor profundiza mucho en los nombres propios, en las regiones geográficas, en datos económicos, en conflictos locales, en tratados y treguas, etc. Otro inconveniente del libro es su antigüedad. Publicado en 1945 parece claro que algunos de los hechos narrados necesitan una revisión. Incluso el autor en el prólogo deja claro que en el proceso de elaboración del libro ha podido cometer algunos fallos. Por mi parte he podido detectar algún error de impresión (reyes mal numerados, fechas incorrectas). Para terminar solo añadir que la nacionalidad del autor puede ser determinante (aunque no debería) a la hora de valorar ciertos hechos.