martes, 9 de septiembre de 2014

Primera Batalla de los Lagos Masurianos (PGM)



La Primera Batalla de los Lagos Masurianos enfrentó al 8º Ejército Alemán y el 1º Ejército Ruso en Prusia Oriental desde el 9 al 14 de septiembre de 1914. La Primera Batalla de Los Lagos Masurianos significó la segunda victoria alemana sobre los rusos en el frente oriental.

Tras haber asestado un duro golpe al 2º Ejército Ruso al mando del General Samsonov en la Batalla de Tannenberg, el 8º Ejército Alemán de Paul von Hindenburg giró su atención al 1º Ejército Ruso al mando del General Rennenkampf (ruso, de origen alemán). Hindenburg planeaba realizar una maniobra envolvente sobre el 1º Ejército de Rennenkampf, perforando las líneas rusas en un punto débil. Para ello contaba con 21 divisiones, de las cuales 18 eran de infantería y tres caballería.

El 1º Ejército Ruso se encontraba en una posición avanzada entre Königsberg (actual Kaliningrado) y los Lagos Masurianos. Sin embargo cuando su comandante Rennenkampf se enteró de la derrota del 2º Ejército de Samsonov en Tannenberg, ordenó a sus tropas retroceder a una posición más firme entre el sur de las costas del Mar Báltico y Angerburg.

Los alemanes realizaron un ataque preliminar el 7 de septiembre, el cual duró dos días, desde ambos lados de los lagos del sur. Su objetivo era empujar a los rusos hacia las costas. Ante este ataque temprano, las primeras unidades rusas se desperdigaron y los alemanes continuaron avanzando en dirección norte, en busca del cuerpo principal del 1º Ejército.

Rennenkampf, quien temía ser rodeado, ordenó a sus tropas retroceder aun más el 9 de septiembre, realizando pequeños contraataques para cubrir su retirada más al este. Sin embargo el 11 de septiembre las tropas rusas con muchas bajas ya habían retrocedido a una línea entre Intersburg y Angerburg. Ante el constante avance alemán, Rennenkampf ordenó una gran retirada general hacia territorio ruso.

El día 14 de septiembre, Hindenburg dio la orden a sus alas de acelerar la marcha, pero los rusos pudieron escaparse, aunque a un elevado coste. Al acabar esta batalla toda Prusia Oriental quedó liberada de tropas rusas. El diezmado 1º Ejército Ruso sufrió 125.000 bajas y la pérdida de muchas piezas de artillería y equipos militares que fueron abandonados a su suerte en la marcha forzada para escapar de los alemanes.

Fuente: Historia, Guerra y Armas

lunes, 8 de septiembre de 2014

Primera batalla del Marne (PGM)



El general Joffre preparó un nuevo ejército en París, el 6°, comandado por el general Maunoury: Gallieni propuso emplearlo para realizar un ataque en el flanco oeste del ejército alemán de von Kluck, a partir del Marne, para Nanteuil-le-Haudouin y Meaux, el 5 de septiembre.

El 7 de septiembre, éste 6° ejército, atacado violentamente, resistía con dificultad. El gobernador de París, reunió a todos los taxis de la ciudad para enviar con urgencia 6.000 reservistas al campo de batalla. En la memoria colectiva quedó sobre todo la imagen espectacular e increíble para la época de 670 automóviles, la mayoría taxis modelo Renault AG de color rojo, reunidos ante el Hôtel des Invalides, en el que fue uno de los primeros usos de tropas motorizadas. El aporte de los refuerzos de París ha sido descrito como fundamental en la economía de la batalla. Sin embargo, considerando el número de los combatientes y la entidad de las pérdidas cotidianas (alrededor de 50,000), parece poco lógico ver en este hecho algo más que un gran valor emocional.

Finalmente el 9 de septiembre, el 6° ejército, derrotado, se retiró tras el Marne. Von Kluck cometió el error de ir en su busca, ya que al avanzar creó una brecha de 50 kilómetros con el 2° ejército de Karl von Bülow, que se encontraba a su derecha; aprovechando esta situación el 5° ejército francés, y las dos divisiones del cuerpo expedicionario británico, penetraron atacando a los dos ejércitos alemanes en los flancos que dejaron descubiertos.

Desorganizados por la maniobra, maniatados por las anteriores avanzadas y ligeramente inferiores en número en ese punto, los alemanes fueron obligados a replegarse hacia el río Aisne el 13 de septiembre. La batalla posterior (13-28 de septiembre) hecha de ataques y contraataques recíprocos, mostró a ambos ejércitos rivales la imposibilidad de un avance frontal con ímpetu, ya que tenían frente a sí un sistema de trincheras aun cuando sólo estuviera esbozado.

El golpe de detención dado a los ejércitos alemanes, más poderosos, marcó el fin del plan Schlieffen. Sin embargo, según lo afirmado por el general Chambe, entonces joven oficial de caballería, se trató de una batalla vencida pero no de una victoria ganada. En efecto, si los ejércitos franco-británicos lograron el objetivo de detener la avanzada alemana y de rechazarla, no fueron capaces de sacar fruto de la ventaja conseguida y alejar al enemigo de su territorio, sino solo algunos kilómetros hacia el norte. Pero, de hecho, con esta derrota el ejército alemán debió abandonar su plan estratégico original, alejándose así la posibilidad de la victoria.

Resumen:
Los alemanes buscan rodear por el oeste a las fuerzas aliadas. El gobernador de París ordena que los taxis parisinos transporten al frente a las tropas de reserva francesas. Se suma el Cuerpo Expedicionario Británico. Los alemanes son detenidos, haciendo fracasar el Plan Schlieffen y comenzando así la guerra de trincheras.

Resultado:
Decisiva victoria estratégica Aliada

Fuente: 
Wikipedia

Más información:
  • Ciencia histórica
  • Desperta Ferro. Historia Contemporánea nº 1, 1914 el estallido de la Gran Guerra.

domingo, 7 de septiembre de 2014

La gran brecha alemana y el milagro del Marne (PGM)



En un escenario de guerra nunca visto anteriormente, con un millón de hombres en cada bando, los dos ejércitos (el francés y el alemán) se iban a jugar el resultado de la guerra. La mañana del domingo 6 de septiembre los ejércitos aliados avanzaron a lo largo de un frente de más de 200 kilómetros.
Mientras, los alemanes tenían un problema. Durante el avance del I Ejército, el general Kluck había perdido el contacto con el II Ejército, del general Bülow. Entre los dos había quedado un espacio libre de 19 kilómetros de anchura,
Cuando esta información llegó al Alto Mando aliado, el general Joffre decidió lanzar un ataque sobre el Ejército de Bülow, para inmovilizarlo. Al mismo tiempo, dispuso que las tropas británicas se adentraran en la brecha que dividía a los dos ejércitos alemanes. Joffre ordenó a los ejércitos franceses detener su ordenado repliegue, para que girasen sobre sus talones y contraatacar, empezando por una ofensiva desde París sobre el flanco abierto de von Kluck y, posteriormente, lanzar el grueso del ejército hacia el centro alemán. Joffre decidió entonces transportar tropas desde Lorena y Alsacia y reforzar con ellas tanto su centro, como la ofensiva desde París, creando el 6º Ejército a cargo del General Maunoury con nueve divisiones y dos divisiones de caballería.
Al descubrir Kluck la operación, acudió en defensa de Bülow atacando a los franceses que le amenazaban. La situación de los soldados franceses era muy delicada porque se veían atacados por los dos flancos.

Pero entonces ocurrió lo que se ha conocido como el milagro del Marne. Ante la debilidad del Ejército francés, que se encontraba a punto de hundirse bajo la presión de los hombres de Kluck y Bülow, y los problemas en las líneas ferroviarias que dificultaban el traslado de refuerzos, el gobernador militar de París, Gallieni, decidió militarizar los 1.200 taxis de París.
Los guardias pararon a todos los taxis que encontraron diciéndoles que se trataba de una emergencia. Hicieron bajar a los pasajeros y mandaron a los conductores con sus vehículos a la explanada situada delante del Palacio de Les Invalides. A partir de las 22 horas empezaron a concentrarse numerosos taxis a los que solo se les explicó que debían cumplir una misión especial que ya les sería comunicada en su momento.

Para la gran mayoría de estudiosos de la PGM, la decisión de von Kluck de virar, desechando para siempre el Plan Schlieffen, es uno de los momentos decisivos de la campaña, y de la guerra en general. Y razón no les falta, pero como suele suceder en estos casos, esa decisión fallida no surgió de la nada, sino que estaba fundamentada en una cadena de errores previos, en la falta de información, en la von Kluck sobre estimación de las capacidades propias y en la subestimación del enemigo. 
Primero, una de esas fatales decisiones fue la retirada del ala derecha por parte de von Moltke, de dos cuerpos para  reforzar el frente oriental, hombres que si bien no hicieron mucha falta para derrotar a los rusos, podían haber cambiado el signo de los acontecimientos en el Marne. 
Segundo, los generales alemanes nunca recibieron información fidedigna sobre los movimientos y la situación general del enemigo. Como hemos visto, tanto von Kluck como sus colegas estaban convencidos de que los aliados estaban derrotados y sólo hacía falta sellar la victoria, un gran error por parte de la inteligencia alemana. 
Tercero, los generales alemanes creían tanto en la superioridad de sus fuerzas y en la debilidad del enemigo que no creyeron posible un contraataque, y no se prepararon para esa eventualidad.

Fuentes:
  • cienciahistorica
  • La Primera Guerra Mundial. El inicio de la Guerra. Historia y Vida. Josep Maria Ràfols y Lluís Riera. Luppa Solutions. Barcelona. 2014.

sábado, 6 de septiembre de 2014

París se libra del ataque (PGM)



La suerte sonreía a las tropas del Káiser ya que su avance parecía imparable. Un piloto alemán lanzó sobre el mercado de Les Halles una bandera con una inscripción: "Los alemanes estarán en París dentro de tres días".
Pero entonces ocurrió algo que no estaba previsto. Alexander von Kluck, el general que estaba al mando del avance alemán siguiendo el plan trazado, al ver la debilidad de las tropas francesas y creyendo que las fuerzas británicas estaban ya liquidadas, tomó una decisión que iba a ser crucial: decidió dejar de seguir el Plan Schlieffen. Frenó el avance de sus tropas hacia el oeste de París y las hizo descender directamente hacia el sur con la intención de aprovechar la debilidad francesa, atacar sus fuerzas directamente y sentenciar el enfrentamiento.
Watteau, un teniente del Ejército Francés que viajaba en el puesto de observador de un monoplano en misión de reconocimiento de las líneas alemanas, se dio cuenta que el Ejército de Kluck había cambiado su rumbo y que ahora ofrecía a los franceses su flanco derecho indefenso. Cuando este descubrimiento llegó al Alto Mando francés la noticia fue recibida como un gran alivio porque era muy consciente de las limitaciones de la defensa de París. Joseph Gallieni, el general que ocupaba el cargo de gobernador militar de la capital, y Joffre vieron con claridad la posibilidad que se les ofrecía de atacar el flanco derecho del avance alemán.
Mientras, el objetivo de los alemanes era replegar sobre ellos mismos a los ejércitos aliados al este de París. Pero tenían algunos problemas graves. Sus hombres estaban muy cansados después de un mes de combates y además se encontraban hambrientos porque habían agotado las provisiones y tenían rotas las líneas de reaprovisionamiento.
Los franceses, por su parte, estaban igualmente exhaustos, pero tenían más cerca sus líneas de avituallamiento, además de contar con nuevas incorporaciones de soldados.

Fuente: La Primera Guerra Mundial. El inicio de la Guerra. Historia y Vida. Josep Maria Ràfols y Lluís Riera. Luppa Solutions. Barcelona. 2014.

viernes, 5 de septiembre de 2014

Alsacia y Lorena, la obsesión francesa (PGM)



El Alto Mando francés siempre mantuvo serias dudas sobre si la invasión alemana de Bélgica era un ataque en toda regla o solo una maniobra de distracción. El comandante en jefe del Ejército Francés, Joseph Joffre, autor del Plan XVII que preveía la reacción a un posible ataque alemán, resolvió las dudas dando prioridad al anhelo francés de recuperar Alsacia y Lorena, las regiones que Alemania se había anexionado en la Guerra Franco-Prusiana.
En vez de concentrar sus fuerzas en frenar el avance de las tropas del Káiser en Bélgica, Joffre lanzó al III y IV Ejército a la toma de Alsacia y Lorena, pensando que estaban mal defendidas y sin saber que allí se encontraban el VI y el VII Ejército Alemán.
La denominada Batalla de las Fronteras empezó con un potente avance francés. Los soldados vestían un uniforme de guerrera azul y pantalón rojo, con un gorro de este mismo color, que les hacía fácilmente visibles para sus enemigos.
Atacaron con un enorme entusiasmo patriótico pero pronto se encontraron con que las defensas que habían preparado los alemanes eran mucho más consistentes de lo que ellos creían. Los nidos de ametralladoras camuflados en el terreno causaron una gran cantidad de bajas entre las tropas francesas, igual que la artillería de campaña. Los soldados galos se vieron obligados a retirarse y los alemanes se lanzaron tras ellos con la intención de capturar una primera gran ciudad francesa, Nancy.

Pero el agresivo e inteligente general Ferdinand Foch, que estaba al cargo de la defensa de esta población, consiguió reorganizar las tropas en retirada, concentrándolas en la zona de la Grand-Couronné y preparándolas para recibir a los alemanes. Cuando estos llegaron, Foch ordenó a sus soldados pasar al ataque, con lo que sorprendió a los alemanes y logró frenarlos. Nancy se libró de la ocupación.
A pesar de este pequeño éxito, los franceses habían pagado un alto coste con más de 200.000 muertos y no habían logrado su gran objetivo, recuperar Alsacia y Lorena. Además, empezaron entonces a darse cuenta de que el auténtico peligro se encontraba en otra parte, concretamente en el avance alemán que seguía el Plan Schlieffen de atacar Francia a través de Bélgica y que amenazaba con rodear París.

Fuente: La Primera Guerra Mundial. El inicio de la Guerra. Historia y Vida. Josep Maria Ràfols y Lluís Riera. Luppa Solutions. Barcelona. 2014.

lunes, 1 de septiembre de 2014

75 años del inicio de la Segunda Guerra Mundial



Hitler escribió en Mein Kampf: ‘Alemania tiene que ser una potencia mundial o no habrá Alemania’. Y hablaba en serio. Su discurso expresaba los resentimientos latentes en la Alemania de Weimar.
Tras la firma del acuerdo de Munich (29 de septiembre de 1938), por el que Alemania se había anexionado las Sudetes, Gran Bretaña y Francia confiaban en que la ansiedad bélica de Hitler se apaciguara. Pero la personalidad mesiánica del Führer no conocía límites. En pocos días inició la ocupación de Checoslovaquia y sus tropas fueron tomando el control de sus nuevos territorios.
El 23 de agosto de 1939, la Unión Soviética (URSS) y la Alemania nazi decidieron aunar fuerzas dejando de lado sus diferencias. El pacto Ribbentrop-Mólotov entró en vigor, obligando a ambas potencias a no agredirse mutuamente, incluyendo además el reparto de Europa Oriental entre ambas.
Alemania, libre de enemigos en el frente ruso, decidió invadir Polonia.
El 2 de septiembre de 1939 las páginas de La Vanguardia reproducían el parte oficial polaco: ‘Se desmienten las noticias oficiales polacas, según las cuales unas escuadras alemanas han bombardeado diversas poblaciones de Polonia…’ y pocas líneas más abajo el emitido desde Berlín: ‘Ha tenido efecto la primera señal de alarma en esta ciudad. La población civil se ha trasladado inmediatamente a los refugios con calma y ordenadamente. Durante toda esta noche, Berlín permanecerá en la más completa oscuridad…. garantizada por las baterías antiaéreas y las fuerzas aéreas contra toda agresión’.
El día anterior, sobre las 4:30 h. aviones de la Luftwaffe habían bombardeado la población polaca de Wielun, cercana a la frontera con Alemania. Aquella funesta madrugada segó la vida de más de 1.200 personas y el 75 % de la región quedó destruido. Quince minutos después el antiguo acorazado germano Schleswig-Holstein, fondeado en el puerto de Westerplatte, península de Danzing (Gdansk) oficialmente en visita diplomática, bombardeó desde el Báltico la pequeña fortaleza, manzana de la discordia en el conflicto germano-polaco. Unos 200 hombres se hallaban acuartelados en la misma, formados para aguantar al menos doce horas hasta la llegada de refuerzos. Resistieron siete días.
Aquel fatídico 1 de septiembre de 1939 Hitler vomitaba en la radio su mensaje mesiánico: 'Esta noche, soldados de Polonia han disparado contra nuestro territorio… cada bomba será respondida con una bomba’.
Cegado por su avidez de poder, mentía a su pueblo. Los disparos procedían de un comando de SS disfrazado con uniformes polacos, que el viernes anterior habían asaltado la radio en Gleiwitz (alemana entonces, ciudad polaca hoy), para simular un agravio.
El conflicto más sangriento de la historia se iniciaría poco después cuando millón y medio de soldados alemanes avanzaron hacia Polonia.
Ya en guerra Hitler concretaba: ‘Tengo que elegir ente la victoria y la destrucción. Está en juego… el ser o no ser una nación’. Considerada la mayor catástrofe humanitaria de la historia, la contienda se mundializó saldándose seis años después con 60 millones de muertos. Entre 1939 y 1945, la democracia logró imponerse a los fascismos extendiéndose por toda Europa Occidental.

Fuente: Hemeroteca de LaVanguardia.com