lunes, 1 de septiembre de 2014

75 años del inicio de la Segunda Guerra Mundial



Hitler escribió en Mein Kampf: ‘Alemania tiene que ser una potencia mundial o no habrá Alemania’. Y hablaba en serio. Su discurso expresaba los resentimientos latentes en la Alemania de Weimar.
Tras la firma del acuerdo de Munich (29 de septiembre de 1938), por el que Alemania se había anexionado las Sudetes, Gran Bretaña y Francia confiaban en que la ansiedad bélica de Hitler se apaciguara. Pero la personalidad mesiánica del Führer no conocía límites. En pocos días inició la ocupación de Checoslovaquia y sus tropas fueron tomando el control de sus nuevos territorios.
El 23 de agosto de 1939, la Unión Soviética (URSS) y la Alemania nazi decidieron aunar fuerzas dejando de lado sus diferencias. El pacto Ribbentrop-Mólotov entró en vigor, obligando a ambas potencias a no agredirse mutuamente, incluyendo además el reparto de Europa Oriental entre ambas.
Alemania, libre de enemigos en el frente ruso, decidió invadir Polonia.
El 2 de septiembre de 1939 las páginas de La Vanguardia reproducían el parte oficial polaco: ‘Se desmienten las noticias oficiales polacas, según las cuales unas escuadras alemanas han bombardeado diversas poblaciones de Polonia…’ y pocas líneas más abajo el emitido desde Berlín: ‘Ha tenido efecto la primera señal de alarma en esta ciudad. La población civil se ha trasladado inmediatamente a los refugios con calma y ordenadamente. Durante toda esta noche, Berlín permanecerá en la más completa oscuridad…. garantizada por las baterías antiaéreas y las fuerzas aéreas contra toda agresión’.
El día anterior, sobre las 4:30 h. aviones de la Luftwaffe habían bombardeado la población polaca de Wielun, cercana a la frontera con Alemania. Aquella funesta madrugada segó la vida de más de 1.200 personas y el 75 % de la región quedó destruido. Quince minutos después el antiguo acorazado germano Schleswig-Holstein, fondeado en el puerto de Westerplatte, península de Danzing (Gdansk) oficialmente en visita diplomática, bombardeó desde el Báltico la pequeña fortaleza, manzana de la discordia en el conflicto germano-polaco. Unos 200 hombres se hallaban acuartelados en la misma, formados para aguantar al menos doce horas hasta la llegada de refuerzos. Resistieron siete días.
Aquel fatídico 1 de septiembre de 1939 Hitler vomitaba en la radio su mensaje mesiánico: 'Esta noche, soldados de Polonia han disparado contra nuestro territorio… cada bomba será respondida con una bomba’.
Cegado por su avidez de poder, mentía a su pueblo. Los disparos procedían de un comando de SS disfrazado con uniformes polacos, que el viernes anterior habían asaltado la radio en Gleiwitz (alemana entonces, ciudad polaca hoy), para simular un agravio.
El conflicto más sangriento de la historia se iniciaría poco después cuando millón y medio de soldados alemanes avanzaron hacia Polonia.
Ya en guerra Hitler concretaba: ‘Tengo que elegir ente la victoria y la destrucción. Está en juego… el ser o no ser una nación’. Considerada la mayor catástrofe humanitaria de la historia, la contienda se mundializó saldándose seis años después con 60 millones de muertos. Entre 1939 y 1945, la democracia logró imponerse a los fascismos extendiéndose por toda Europa Occidental.

Fuente: Hemeroteca de LaVanguardia.com 

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