miércoles, 18 de diciembre de 2013

Bárcino, de romana a visigoda


De romana a visigoda (los últimos siglos del dominio imperial).

A pesar de las crisis del Imperio romano y la llegada de los visigodos, Barcelona mantuvo su población y se convirtió en centro episcopal cristiano. Senadores, caballeros, militares, magistrados municipales, ciudadanos, libertos y esclavos formaban el paisaje humano de la ciudad.


1. El cristianismo gana la partida:

Si las invasiones francoalemanas del siglo III no hicieron tanto daño como se creía, ¿cómo vivió la ciudad los últimos siglos de dominio imperial? Aunque la tendencia general fue la pérdida del papel preponderante de las ciudades a favor del campo, eso no quiere decir que perdieran población, como es el caso de Barcino (prueba de ello es la gran área para entierros desde la plaza de Antoni Maura hasta la iglesia de Santa Maria del Mar), ni que la actividad industrial se detuviera (ejemplo de ello es la factoría de garum barcelonesa).

A pesar de la llegada de los visigodos, los cambios más significativos en la forma de vida de la ciudad fueron la presencia de elementos cristianos -el cristianismo fue la religión que ganó la partida en el siglo IV cuando el obispo Paciano convirtió la ciudad en un centro episcopal- y un creciente desinterés de los ciudadanos notables por el ejercicio de los cargos municipales. Sin embargo, este no fue un hecho exclusivo de Barcino, sino que afectó a todo el Imperio.

Barcino mantuvo íntegros el derecho itálico y la inmunidad fiscal. Las instituciones del gobierno municipal continuaron con las tres magistraturas del cursus honorum y el Senado -que en las ciudades occidentales se llamaba Ordo-, cuyos miembros eran escogidos por el pueblo, la masa de ciudadanos.

Solo los no nacidos en libertad y liberados por su amo (liberti) tenían cerrado el paso a la vida pública. Si querían intervenir, tenían que hacerlo a través del colegio de Seviros Augustales, que aseguraba, junto con los flámines, el mantenimiento del culto imperial.



2. Las clases sociales de Barcino:

Senadores, caballeros, militares, magistrados municipales, ciudadanos, libertos y esclavos integraban las clases sociales de la ciudad. Los primeros estaban representados por los Lucio Minicio Natal, padre e hijo de idéntico nombre, nacidos en Barcino, ciudad a la que regalaron unas termas.

En cuanto a los segundos, se ha atestiguado la presencia de cuatro caballeros, todos de tribus diferentes a la Galeria (es decir, no nacieron en la ciudad pero se instalaron durante la primera mitad del siglo II). Estos hombres poderosos habrían sido los principales impulsores de las esculturas que, gracias al proceso de refuerzo de las murallas, han llegado hasta nosotros.

Asimismo, claramente forasteros son los militares. La mayoría, cuando terminó el servicio militar en la unidad (donde destaca la legión hispánica por excelencia, la VII Gemina), escogió Barcino como lugar de residencia, como por ejemplo el centurión Cecilio Optato. Con respecto a los soldados rasos, el más antiguo de quien tenemos noticia es Lucio Julio, veterano de la legión II Augusta en la primera mitad del siglo I.


3. Desinterés por las funciones municipales:

Con las reformas de Diocleciano y Constantino (entre los siglos III y IV) para asegurar al Estado unos ingresos regulares mediante una imposición fiscal fija, los poderosos de las ciudades romanas empezaron a desinteresarse por unas funciones municipales que ponían en peligro su fortuna.

A medida que la administración se centralizaba, el pueblo iba perdiendo protagonismo en la vida municipal y las instituciones, autonomía, con la aparición de cargos como el curator y la conversión del Senado en agente fiscal que llegó a explotar a la población sistemáticamente.

Esta fue la situación que se encontraron los visigodos en el siglo V cuando entraron en la Tarraconense gracias al foedus que tenían con el Imperio romano. Su rey, Ataúlfo, escogió Barcino como capital; mientras que Tarraco fue decayendo. Finalmente, con la introducción de las instituciones visigodas, la organización municipal romana desapareció definitivamente en el siglo VI.


Entrevista web Història Júlia Beltran from bcn cat on Vimeo.

4. La cuestionada existencia de santa Eulalia (cita destacada):

Patrona de la ciudad y mártir oficial de las persecuciones de cristianos ordenadas por Diocleciano hacia el 300, se la conoce gracias al himno poético del obispo Quirico (en torno al año 656), que podría haber estado muy influenciado por la pasión de su homónima de Mérida. Más tarde, el obispo Frodoíno (877), siguiendo órdenes del emperador carolingio Carlos el Calvo, encontró unas reliquias en una iglesia bajo la advocación de santa María (seguramente Santa María del Mar), las identificó como las de la santa y las trasladó a la catedral, que desde entonces tiene la doble advocación de santa Eulalia y santa Cruz.

A pesar de las dudas sobre su existencia real -podría ser solo una imitación de Eulalia de Mérida-, fue una virgen que sufrió el fuego, las tenazas y los clavos antes de ser crucificada por orden de un procurador romano y enterrada donde ahora se encuentra la iglesia de Santa Maria del Mar.

Muchos hechos de su historia son apócrifos, como su martirio en la bajada de Santa Eulàlia, la crucifixión en la plaza del Pedró y la leyenda que cuenta que cuando la llevaban del primer sepulcro al segundo se volvió milagrosamente tan pesada que los portadores tuvieron que dejarla en el suelo, en medio de la plaza del Àngel, y se pusieron a rezar.


Fuentes:
  • De Bárcino a BCN
  • Sarcófago de mármol blanco con representación de escenas del Nuevo Testamento. Es de mediados del siglo III d. C. y fue hallado en Barcelona (Museo de Arqueología de Cataluña).
  • Relieves del sepulcro de santa Eulalia, en la cripta de la catedral barcelonesa. Muestran, por un lado, el juicio y martirio de la santa y, por otro, el traslado de su cuerpo a la catedral (ayuntamiento de Barcelona).

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