Los adversarios:
La monarquía de los últimos Capeto a finales del siglo XIII mostraba un poder casi hegemónico en Europa occidental gracias a un gran desarrollo demográfico y a una prosperidad económica sin precedentes. A ello contribuyó la era de paz que disfrutó el reino desde mediados de siglo, lo que permitió, a su vez, el afianzamiento progresivo de la autoridad monárquica. Sin embargo existían cuatro grandes señores feudales que no estaban bajo el dominio directo del rey francés (Bretaña, Borgoña, Flandes y Guyena). Una de las características más llamativas de la época es el incremento progresivo de los gastos (al aumentar el aparato burocrático) que los diferentes tipos de impuestos no logran cubrir. Este hecho llegará a ser dramático cuando estalle la guerra. La Inglaterra de principios del siglo XIV se asemejaba a Francia en su organización social y política aunque disponía de menos población y riquezas. Los pobres recursos financieros no permitían emprender grandes empresas militares. La cuestión de Guyena fue el detonante del conflicto armado. Desde mediados del siglo XIII la relación feudal entre el soberano francés y el inglés fue muy delicada ya que el soberano Plantagenet era duque de Aquitania o de Guyena y, por lo tanto, vasallo del rey francés. Además, los enfrentamientos entre gascones y franceses se hicieron habituales en ese territorio. A su vez se estrechaban las relaciones entre ingleses y flamencos por motivos comerciales. La causa principal que desencadenó la guerra de los Cien Años fue el grave problema de Guyena y no las pretensiones al trono francés mostradas por Eduardo III cuando se produjo el advenimiento de la dinastía Valois. El problema dinástico fue secundario. Los tres hijos varones de Felipe el Hermoso murieron en poco tiempo quedando la dinastía de los Capeto sin descendencia masculina. En esas circunstancias habían tres posibles candidatos al trono de Francia una vez desestimada la opción femenina: Felipe de Evreux (primo hermano de los tres últimos reyes), Eduardo III (nieto por parte materna de Felipe el Hermoso) y Felipe de Valois (primo hermano de los últimos reyes). Se eligió de forma unánime en 1328 a Felipe VI de Valois, príncipe conocido en la corte que gozaba de la simpatía de la nobleza.
Los comienzos de la lucha (1328-1340):
Felipe VI ejerció su dominio efectivo aplastando una revuelta de artesanos y campesinos en Flandes y consiguiendo que un débil Eduardo III le prestara homenaje por la Guyena. Poco a poco la relación entre los dos monarcas se fue deteriorando y distintas circunstancias les acercaban a un conflicto armado (la eterna cuestión de Guyena, la guerra de Inglaterra contra una Escocia ayudada por Francia, una política papal a favor de Francia…). En 1337 Felipe VI confiscó el feudo aquitano, Eduardo III reclamó sus derechos al trono capeto iniciándose de forma oficial la guerra de los Cien Años. Inmediatamente se inician los últimos preparativos de guerra; Inglaterra compra alianzas, desembarca en los Países Bajos y comienza las cabalgadas mientras que Francia firma una alianza con Castilla. Debido a intereses económicos Flandes permanece neutral a pesar de los intentos ingleses para tenerla de su parte. La primera batalla se produjo en 1340 en el puerto de la Esclusa (Flandes) donde una flota coaligada franco castellana fue derrotada por los ingleses.
Los desastres franceses (1340-1364):
Un enfrentamiento de tipo dinástico en Bretaña provocará una guerra en esa región. Cada uno de los dos candidatos a la herencia bretona será apoyado por Inglaterra y por Francia. En 1345 el rey inglés perdió Flandes pero ganó Bretaña. Un año después Eduardo III desembarcó en Normandía y su ejército derrotó de forma inapelable al del rey francés en Crécy. Eduardo dejó una guarnición en Calais y embarcó rumbo a Inglaterra en 1347. La Peste Negra azotaría Europa al año siguiente provocando una grave crisis demográfica, productiva y financiera. En 1350 muere Felipe VI sucediéndole en el trono Juan el Bueno, rey débil y mediocre. Heredó un reino con las arcas vacías y tuvo que vérselas con las maquinaciones de Carlos de Navarra. Fracasó un intento de paz por parte del papa en 1354 y al año siguiente Eduardo, el Príncipe Negro (hijo de Eduardo III) reanudó las hostilidades en Aquitania. En 1356 los ejércitos ingleses y franceses se enfrentaron en Poitiers. A pesar de la superioridad numérica de las tropas de Juan, su ejército fue derrotado y el monarca francés fue hecho prisionero. Tras la catástrofe, la burguesía francesa querrá, sin conseguirlo, reformar el gobierno y la administración. Francia asistirá a la revuelta parisina de Esteban Marcel y la de los campesinos de la Jacquerie. Una serie de tratados de paz (Londres, Bretigny, Calais) intentaron poner fin a las hostilidades. Las elevadas exigencias inglesas, los retrasos en el pago de los rescates por los franceses, la lenta devolución de territorios y el buen hacer del delfín imposibi-litaron llevar a cabo lo pactado. En 1364 moría prisionero Juan el Bueno sucediéndole Carlos V.
Carlos V (1364-1380):
Carlos V fue un hombre de despacho más que un hombre de acción. Neutralizó las conspiraciones navarras, pacificó temporalmente Bretaña y hizo recaer en su familia la herencia flamenca. Tuvo problemas para contener las bandas de routiers (compañías y mercenarios sin ejército) e intervino en la guerra civil de Castilla a favor de Enrique de Trastamara. Nuevamente los gascones reclamaron más autonomía y a finales de 1369 Aquitania fue confiscada por Carlos lo que propició la vuelta a las hostilidades. Sin embargo ambos reinos estaban agotados por lo que se firmó unas treguas entre 1375 y 1377. En 1375 moría el Príncipe Negro y un año después fallecía el rey Eduardo III. A pesar de ello Francia fue incapaz de reconquistar el territorio perdido. Además tuvo que asistir a la última revuelta del rey de Navarra, al enquistamiento del problema de Bretaña y al inicio del “Gran Cisma de Occidente”. En 1380 moría Carlos V y se iniciaba un periodo de regencia.
Hacia la reconciliación (1380-1400):
La guerra para los Valois seguían unos derroteros muy negativos por diversos motivos e Inglaterra atravesaba una crisis política y social. Agotados ambos países era necesario un periodo de calma. Las victorias militares inglesas habían proporcionado grandes riquezas, si bien no fueron bien gestionadas. La minoría de edad de Ricardo II, hijo de El Príncipe Negro, no ayudó a consolidar la monarquía inglesa. En 1381 estalló una revuelta en Londres contra el Gobierno y los burgueses. El poder de los barones ingleses se incrementó hasta que se declaró ilegal la comisión de los mismos con lo que el poder regio pudo ejercerse legítimamente. En Francia el duque de Anjou ejerció de regente aunque fueron los duques de Borgoña y de Borbón quienes dirigieron la política general del reino. Se reorganizaron los servicios monárquicos y la administración. En 1392 el rey francés sufrió su primer acceso de locura. A partir de entonces sus periodos de lucidez serían cada vez más breves. Asistimos a una época donde prima la debilidad de ambos monarcas y donde se negocian treguas más largas. La reconciliación se apuntaló con el matrimonio de Ricardo II con Isabel, hija de Carlos VI. En este periodo destacó el arte y la literatura francesa, la política respecto a los asuntos italianos y al intento de finalización del Cisma de Occidente.
Las conquistas de los Lancaster (1399-1418):
En 1399 Enrique IV reclamó y ocupó el trono de su primo Ricardo II. Tenía el apoyo de la burguesía y los barones. Con ello desaparecían las escasas posibilidades de paz. Se enfrentó a problemas internos (revueltas) y externos (rebeliones de Gales y Escocia). Durante el reinado de Carlos VI el reino francés estaba dominado por un grupo de grandes príncipes territoriales y el aparato administrativo adolecía de un elevado número de funcionarios. La anarquía administrativa dio paso a luchas políticas que desembocó en una guerra civil entre borgoñeses liderados por Juan sin Miedo y los partidarios del rey. En 1413 moría Enrique IV y le sucedía en el trono su hijo Enrique V. El rey inglés negoció, sin resultados, a dos bandas, con los Armagnacs y con Juan sin Miedo y desembarcó con un ejército en Normandía. En 1415 venció a los franceses en la batalla de Azincourt y prosiguió su campaña por el territorio normando. Felipe el Bueno, nuevo duque de Borgoña tras el asesinato de Felipe el Bueno por hombres de Carlos VI, se alía estrechamente con los ingleses. Finalmente se firmó el tratado de Troyes en 1420. El tratado preveía que Carlos VI seguiría siendo rey de Francia hasta su muerte, momento en el cual Enrique V, que casaría con su hija Catalina, sería su "hijo" y heredero ostentando entonces las coronas de ambos reinos.
Francia dividida (1418- 1429):
Después de la firma del tratado de Troyes la corona francesa quedó dividida en tres zonas diferenciadas: las provincias administradas por los Lancaster, las que controlaba el duque de Borgoña y las que seguía controlando el Delfín Carlos (hijo de Carlos VI). El rey inglés encontró la colaboración del clero y de la burguesía mercantil. Las masas rurales permanecieron hostiles a los ingleses. La dominación borgoñona se hizo más tolerable para la población y sus guarniciones actuaban por cuenta propia (a pesar de ser aliados de los ingleses). Toda la Francia del centro y del sur (a excepción de la Guyena) permaneció fiel a la causa del desheredado Delfín Carlos. Su maquinaria administrativa se instaló en Bourges. En 1422 murieron con pocos meses de diferencia Enrique V y Carlos VI. El heredero del rey inglés fue su hijo de ocho meses, Enrique VI. Para hacer efectiva la doble monarquía era necesaria la caída del Delfín. Los Lancaster buscaban dar el golpe definitivo por lo que en 1428 asediaron la ciudad de Orleans.
La revancha francesa (1429-1444):
Con la irrupción en escena de Juana de Arco se produjo una inversión completa en la evolución de la guerra aunque cabe preguntarse qué influencia real tuvo sobre los acontecimientos. Juana de Arco convenció al Delfín Carlos VII para que liberase el sitio de Orleans con su ayuda. Además instó a la consagración de Carlos en Reims para que recuperase su legitimidad monárquica. Más adelante fue capturada por el ejército borgoñón, juzgada por hereje y condenada a morir en la hoguera en 1431. La corte de los Valois no hizo nada para salvarla. Mientras tanto Felipe el Bueno se alejaba poco a poco de los ingleses y acercaba posiciones con Carlos VII. Se intentó que las partes beligerantes llegasen a un acuerdo de paz pero solo hubo entendimiento entre franceses y borgoñones. El tratado de Arrás de 1435 unía las provincias de Bourges con Borgoña contra un enemigo común, los Lancaster. Carlos VII aprovechó para realizar una serie de reformas políticas, administrativas y militares; París se convirtió en la capital del país. Problemas internos en Inglaterra comprometieron todavía más las esperanzas en el continente. A partir de 1436 la presión francesa se hizo más evidente y en 1442 se inició la ofensiva contra Guyena. Dos años más tarde se firmó las treguas de Tours y Enrique VI se casó con la sobrina de Carlos VII.
El fin de las hostilidades (1444-1453):
En 1449 se reanudan las hostilidades. Lentamente todas las guarniciones inglesas de Normandía van cayendo en poder francés. Al año siguiente los ingleses sufrieron una aplastante derrota en Formigny decidiendo la suerte de Normandía. En 1451 el ejército de Carlos VII inicia la campaña decisiva contra Guyena. El 19 de octubre de 1453 gascones e ingleses se rendían sin condiciones. Inglaterra había perdido todas sus posesiones continentales excepto Calais. A pesar de la victoria final Francia salió de esta guerra debilitada, destrozada e incapaz, durante siglos, de recuperar su posición anterior. El comercio francés experimentó una rápida recuperación y la monarquía salió fortalecida. Fue la economía rural la que experimentó mayores pérdidas. Inglaterra también sufrió cargas financieras aplastantes pero su situación material fue menos dramática Sin embargo su inestabilidad política la condujo a una guerra civil, la guerra de las Dos Rosas (1455-1485) librada entre la casa de York y la casa Lancaster. Durante ese periodo se produjeron escaramuzas en suelo francés y se reactivó la alianza anglo-borgoñona pero la reclamación de Francia por los soberanos ingleses ya no tenía sentido. Se iniciaba una nueva época, se dejaba atrás el feudalismo y se entraba en la edad Moderna.
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