miércoles, 11 de abril de 2012

Batalla de Teutoburgo


Últimos años del principado del emperador Octavio Augusto. Atrás quedan los interminables años de Guerra Civil que han conducido a la agónica República a un nuevo esplendor bajo la “Pax Augusta”. El poder de Roma se cimenta mediante una gran base económica (nuevas zonas conquistadas proporcionan extensas tierras de cultivo y más impuestos), una óptima administración central y provincial, un culto a la figura del emperador y un eficaz ejército heredado de los años de Cayo Mario. El dominio del mediterráneo es total y Roma gobierna el mundo. Sin embargo no todo son buenas noticias. La expansión territorial del imperio ha cesado más allá del Rin. La intención del emperador es consolidar el limes noroccidental extendiendo sus dominios hasta el rio Elba. Casi lo consigue. Unas tribus germánicas resisten en la nueva provincia romana de Germania Magna. Los focos de resistencia impiden que esa zona sea romanizada. Por ello Augusto decide mandar como gobernador a Publio Quintilio Varo, un experimentado militar casado con la nieta del emperador. Su cometido era sencillo: pacificar la zona y recaudar impuestos. Sus métodos fueron demasiado expeditivos. Su excesiva codicia y el abuso sobre los habitantes de la zona provocaron un descontento general que fue calando en las conciencias de las tribus germánicas. Poco a poco el resentimiento contra Roma fue haciendo mella. La bomba estaba a punto. Solo hacía falta un detonante. Y la chispa que prendió la mecha fue Arminio, caudillo de la tribu de los Queruscos. Era muy habitual que los hijos de personalidades importantes de las tribus germánicas fueran apartados de su tierra natal y fueran educados en Roma. Era una forma de asegurar la lealtad de los jefes tribales para con Roma. Arminio fue entrenado en el ejército romano y acompañó al goberna-dor Varo a Germania Magna. Conocía las tácticas de guerra de las legiones romanas y sabía de su gran destreza, coordinación, fortaleza y determinación en la batalla. Eran prácticamente indestructibles a campo abierto. El joven querusco también gozaba de la confianza de Varo, lo que a la postre sería determinante.
En otoño del año 9 d.C., cuando las tropas de Varo se retiraban al Rin para pasar el invierno sufrieron una emboscada por parte de distintas tribus comandadas por Arminio en las laderas de la colina Kalkriese, en la  actual zona de Osnabrük, Baja Sajonia.  Se sabe que la fuerza romana se componía de tres legiones (XVII, XVIII y XIX) cada una formada por unos 4.600 hombres más tres alas de caballería y seis cohortes de infantería auxiliar, formada principal-mente por galos y germanos del lado oeste del Rin, cada una de unos 450 combatientes. En cambio se desconoce la cifra exacta de combatientes germanos aunque probablemente fueran entre 15.000 y 25.000 guerreros. El ataque sorpresa germánico se produjo en la espesura del bosque y los soldados romanos apenas pudieron responder. Enseguida cundió el pánico en las tropas de Varo lo que facilitó los posteriores ataques de Arminio. Se cree que la batalla duró varios días durante los cuales los romanos fueron hostigados sin cesar. La muerte de muchos oficiales romanos contribuyó al desorden táctico de los legionarios romanos. Tres legiones romanas fueron aniquiladas casi totalmente y ante la magnitud del desastre Varo se suicidó. Las bajas germanas no han podido ser cuantificadas.
La huella que dejó el desastre de Teutoburgo en el imperio romano fue indeleble. En la memoria quedan las palabras que según el historiador romano Suetonio dijo Octavio Augusto: ¡Varo, devuélveme mis legiones! Esta gran derrota militar de Roma marcó el límite de expan-sión en la zona norte del Rin. Los altos costes de pacificación de la zona con innumerables revueltas de la población no se compensaban con los recursos naturales y los impuestos de la región. Tras los acontecimiento del bosque de Teutoburgo el ejército romano quedó con 25 legiones activas (nunca se reconstruyeron las tres que fueron aniquiladas). Sin embargo Augus-to mandó otra expedición a recuperar las águilas de las tres legiones y castigar a los insurrectos. Roma consiguió derrotar a Arminio y restaurar su prestigio. A pesar de ello no se conquistaron nuevos territorios y el limes quedó definitivamente establecido en el río Rin. Los nacionalistas alemanes del siglo XIX convirtieron esta batalla en el acto fundador de la nación moderna. Para conocer lo sucedido disponemos de varias fuentes documentales (Tácito, Suetonio, Flavio Josefo) y restos materiales y arqueológicos. Desde 1875 un monumento a Arminio (Hermann para los alemanes) señala el emplazamiento de la batalla.



Fuentes:
Documental ‘la batalla contra Roma’ (‘The battle against Rome’) de Canal Historia. ZDF Enterprises. 2009.
Museum und Park Kalkriese
Projekte Arminius Varus
Wikipedia

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